El 26 de abril se celebrarán por primera vez las elecciones internas obligatorias en la Ciudad, conocidas como PASO. Será, a su vez, la primera vez desde que se fundó el PRO que Mauricio Macri no estará en una boleta para jefe de Gobierno, cargo al que llegó en 2007 con una amplia mayoría y dejando al kirchnerismo como segunda fuerza.
Para el FpV-y el peronismo en general- la Capital Federal es un distrito esquivo, con un votante que no siempre suele votar igual que en el resto de las provincias. En estos comicios sabe que tiene dos misiones. Una, más complicada, acercar posiciones con el PRO, que ha mantenido un piso del 40 por ciento en las elecciones ejecutivas y nadie le augura un final distinto; y otro más realizable, que es ocupar ese lugar del cual UNEN lo desplazó en 2013. A favor de este último objetivo es que su rival implosionó y hoy está dividido entre un sector más liberal-republicano, ECO, y otro con discurso de corte más progresista-socialdemócrata, SurGen.
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Llegó la ola amarilla
Hace ocho años Mauricio Macri sacó una diferencia irremontable en la primera vuelta, celebrada el 3 de junio. Llegó al 45,76%, con 798.292 votos, muy por arriba del 23,75% y 414.205 sufragios de la dupla Filmus-Heller. Esa diferencia se amplió al 60,94% para el actual jefe de Gobierno (1.007.729) y 39,06% (645.779) del Frente para la Victoria. El nivel de participación fue el más bajo de este período: 70,04% en la primera vuelta y apenas un 68% en el ballotage que consagró a Macri y Gabriela Michetti, de acuerdo a los datos suministrados por el Atlas Electoral, elaborado por el politólogo Andrés Tow.
Cuatro años después hubo un dejavú. Con los mismos rivales los números fueron muy similares y el final, repetido. En los comicios celebrados el 10 de julio de 2011, Macri-Vidal obtuvieron 47,07% por ciento de los votos (836.608), un nivel de apoyo que, en las elecciones nacionales, le valdrían ganar en primera vuelta. Segundo volvió a estar Filmus, esta vez acompañado por Carlos Tomada, que alcanzaron el 27,87% (495.339). La diferencia en ballotage fue incluso un poco más amplia que en 2007: el PRO llegó al 64,2% (1.090.389 sufragios) y el kirchnerismo poco por debajo, con 35,7% y 606.126 votos.
Sin embargo, la situación se quebró hace dos años, cuando UNEN y su propuesta de disputarle a "los dos oficialismos" le permitió triunfar en las PASO y desplazar al kirchnerismo al tercer lugar en la Capital Federal para las elecciones legislativas.
En Diputados, el macrismo obtuvo 31,93% de los votos (598.421), similar a guarismos de otras elecciones legislativas, y el kirchnerismo se mantuvo levemente por debajo del 2011, con 20,2% (378.594), pero muy por encima de la legislativa del 2009, cuando bajo el clima de la recesión, la crisis por la 125 y la Gripe A, apenas arañó el 11%.
En las generales, que definieron cuántos diputados y senadores obtiene cada fuerza, el PRO ascendió a 34% (630.595), y el FpV 21,6% (395.664). Los números para senadores estuvieron levemente por encima en ambos casos: 39,2% para Michetti-Santilli (722.831 votos), 27,6% para el kirchnerismo, que llevó a Filmus y Paula Español (428.289 sufragios).
Según las estimaciones de las encuestadoras, los dos candidatos del PRO, Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti, sumarían un nivel de apoyo al menos similar al de su jefe político y que incluso podría superarlo. Los cálculos más conservadores les otorgan un piso del 40%; los más osados, apenas arriba del 50%. Luego, quedará por ver si aquel que gane podrá retener todos los sufragios del derrotado o si se producirá una fuga hacia otras fuerzas.
El kirchnerismo, por su parte, al menos igualaría su performance promedio, por arriba del 20% y otros auguran una interna que podría ubicarse en el 28%, por encima de los ex-UNEN, ECO y SurGen.