La evaluación efectuada recientemente por la agencia Bloomberg califica a la economía argentina como la más vulnerable del planeta ante fluctuaciones internacionales, lo que representa un pronóstico que acaba de ser corroborado por la agudización del conflicto entre Estados Unidos y China.
La baja de la tasa de interés de los Fondos Federales y el recrudecimiento de las amenazas de suba de aranceles lanzadas por Donald Trump dispararon una respuesta cambiaria de los chinos que, si bien se morigeró, marcó un escenario de impulsos monetarios y cambiarios en otras economías, como la de la India y otros países emergentes, que agudizaron la precaria estabilidad financiera internacional.
Los efectos sobre la economía argentina no tardaron en hacerse sentir, con una suba simultánea en la cotización del dólar y de la tasa de interés de referencia de la política monetaria (tasa de LeLiq).
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En la columna pasada habíamos advertido sobre la gravedad que significa un Banco Central actuando a contramano de la corriente global, guiado por factores electorales de cortísimo plazo. Es inexplicable que, en el mes de junio, el ente rector haya convalidado una caída del 5,4% del valor del dólar, lo que arrojó una renta financiera en moneda dura del 10%, para que luego, en julio, a la inversa, haya producido una devaluación del 4,1%, neutralizando la mencionada renta financiera.
Estas fluctuaciones de las tasas de interés y devaluación acaecidas al calor de las encuestas desnudan un dejo de irresponsabilidad en las políticas cambiaria y monetaria. Se ingresa en el mes de agosto a la turbulencia internacional con una atropellada suba de la tasa de interés de las LeLiq de 300 puntos básicos y una devaluación mayorista del 1% en menos de una semana.
Mientras el conjunto de economías desarrolladas y emergentes adoptan políticas monetarias expansivas, bajando sus tasas de interés para favorecer la actividad interna, y, a la vez, aceptan la depreciación de sus monedas para protegerse del choque externo, el Banco Central de la República Argentina sube la tasa de interés para contraer los medios de pago y frenar la devaluación. Esta irracionalidad les ha costado al ente rector y al pueblo argentino U$S 2.268 millones de las reservas internacionales entre el 16 de julio (fecha de ingreso del último desembolso del FMI) y el 6 de agosto (último dato disponible).
Llevamos meses de inconsistencias monetarias y cambiarias en procura de convencer a los argentinos de que todo está bien porque el "dólar aguanta". Sin embargo, mientras este ajuste sucede, el deterioro del nivel de actividad interna se vuelve cotidianamente insostenible.
De todos modos, algunos se benefician de estas decisiones del gobierno. El periodista Julián Yosovitch publicó en El Cronista que, en lo que va del año, los beneficios por el carry trade en dólares llegaron al 11,3%, nivel de renta financiera en moneda dura inédito en cualquier parte del mundo.
La calificación de la agencia de noticias Bloomberg respecto de la vulnerabilidad argentina se funda en la realización de esa disparatada ganancia de arbitraje entre tasa de interés y tasa de devaluación.