Las primarias del 11 de agosto no solamente proyectaron el nombre de los próximos presidente y gobernador de la provincia de Buenos Aires, resolviendo antes de tiempo las incógnitas más importantes de la ecuación electoral. También proporcionaron una cantidad de información de primera mano que hoy es insumo para las campañas que comienzan a calentar motores nuevamente. A pesar de que Axel Kicillof superó la mitad de los votos y aventaja por casi veinte puntos a María Eugenia Vidal, el territorio bonaerense sigue siendo una obsesión en la mesa estratégica del Frente de Todos: el objetivo, ahora, es conquistar la mayor cantidad posible de municipios que se encuentran en manos de Cambiemos y consolidar a los jefes comunales propios que todavía no tienen el partido cerrado.
La fórmula para los dos meses que faltan hasta octubre es sencilla: “Si Vidal y los de ellos no quieren que Macri baje a los barrios, hay que recordarles a los vecinos que siguen siendo lo mismo, lo cual es muy fácil porque estuvieron pegados hasta hace dos semanas”, grafica un intendente del interior de la provincia. En el peronismo existe la sensación unánime de que el resultado en la general puede ser más amplio que el de las PASO. Calculan que el oficialismo perderá votos por no tener chances de impedir el triunfo de Fernández y también porque la situación económica seguirá empeorando hasta entonces. La solicitud de boletas del Frente de Todos por parte de los intendentes de Cambiemos se multiplicaron en estos días; ya no quieren solamente la de Alberto Fernández, también piden la de Kicillof.
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Este fin de semana (y 48 horas más tarde de lo planeado, en respeto al duelo por la muerte en un accidente vial del intendente de Henderson, Jorge Cortés) el ex ministro de Economía retomó sus recorridas por la provincia, siguiendo con el estilo cuasi artesanal que le dio buenos frutos en las urnas. El ya legendario Clio de su jefe de campaña Carli Bianco recorrió más de cien de los trescientos municipios bonaerenses para lograr el 52% de los votos en las primarias. Sin embargo hay alrededor de veinte partidos que el candidato aún no visitó. Serán prioridad en esta nueva etapa: Rivadavia, Trenque Lauquen, Chacabuco y Alberti, los primeros de la gira. Los votos que obtuvo el Frente de Todos en la ruralidad del interior bonaerense fueron clave para asegurar el triunfo contundente.
Entre la información que dejaron las urnas el 11 de agosto, en el peronismo bonaerense destacan un número: en octubre de 2015, las fuerzas que hoy componen la coalición opositora ganaron en 61 de los 135 distritos de la provincia, mientras que hace dos domingos el Frente ganó en 90, casi un 50% más. De esos hay 70 que consideran “irreversibles”, porque saldaron las primarias con más de diez puntos de ventaja. En esa lista hay varios bastiones amarillos, como La Plata, Tres de Febrero, Pilar, Lanús y Quilmes. Los 20 restantes están en la zona “a consolidar”. De los cuatro distritos que tiene previsto recorrer Kicillof este fin de semana, tres están en este grupo. Aunque en muchos la diferencia fue exigua, menor a los dos puntos, hay confianza en que la “ola justicialista” terminará por confirmar el triunfo.
El objetivo, sobre esa base, es sumar una decena más de victorias locales y llegar por lo menos a cien distritos pintados de celeste en el mapa de la provincia la noche de las generales. En ese sentido, detectaron veintiún municipios donde Juntos por el Cambio ganó las primarias por menos de diez puntos. Apuntan a ganar la mitad de esos, por eso se concentrará el esfuerzo proselitista en algunos muncipios clave. En esa lista están las ciudades más grandes del interior bonaerense: Bahía Blanca (donde perdieron por menos de tres puntos) y Mar del Plata (en el partido de General Pueyrredón la desventaja fue de casi ocho, pero hay optimismo). Aunque la agenda no está definida, es probable que en los próximos días, los candidatos a presidente y gobernador coincidan por esos pagos.