Elecciones 2019: reperfilando el discurso en medio de la crisis

Ante un modelo agotado que generó la severa recesión, ni los recursos dialécticos de Cambiemos alcanzan para convencer a propios y ajenos.

31 de agosto, 2019 | 22.27

Los recursos dialécticos son los únicos que parecen preocuparse en conservar desde el oficialismo, aunque no son suficientes para desacelerar su vertiginosa caída, ni alcanzan para convencer a propios y ajenos de acompañarlos en la salida que se precipita.

 

El odio los moviliza

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La concurrencia a la Plaza de Mayo el sábado 24 de agosto puso de manifiesto que mucho es el rencor pero, afortunadamente, poca la gente animada por ese sentimiento y por la absoluta carencia de convicciones democráticas.

El perfil que exhibieron los que participaron de esa movilización denotó una clara identificación con el núcleo duro de la Alianza gobernante, imbuidos de una pátina republicana que no se compadece con sus manifestaciones públicas, declamantes de un espíritu de diálogo que no practican, adalides de una libertad de prensa que no resiste el menor análisis cuando se topan con quienes no son complacientes con el oficialismo o defeccionan de sus complicidades explícitas.   

Las consignas que agitaban ponían de relieve un total desprecio por la voluntad popular, un resentimiento social inusitado, la falta de apego a los datos que ofrece la crítica realidad argentina y de identificación de los responsables de la ruinosa situación a la que se ha llevado al país.

La frugal aparición de Macri en un balcón de la Casa Rosada, su gestualidad impostada a falta de palabras –que no le sobran ni le alcanzan para construir un discurso interpelante-, representó una elocuente síntesis de una jornada forzada por el vacío de poder que ha quedado expuesto, no tanto por el resultado de las primarias del 11 de agosto como por la ausencia de todo registro del mensaje de las urnas y de la adopción de medidas de gobierno impostergables.

 

La mentira los cautiva 

 

No se trata de mirar hacia atrás, ni de añoranzas por lo que pudiera haberse perdido, ni de nostalgias razonables por lo que hoy se carece, sino de una simple mirada del presente que nos asfixia y de un futuro que se difumina paulatinamente, para desmentir las alegorías que proponen.

Ningún indicador positivo brinda sustento a los éxitos de gestión que se asignan los funcionarios que conducen el incierto destino de la Nación, ni justifican la insistencia en el rumbo de colisión que han emprendido y que, sin pudor, pregonan como irrenunciable en el caso de una reelección.

Democracia, República, independencia de la Justicia, desarrollo de la Economía, libertades de la Ciudadanía, reinserción en el Mundo e inversiones productivas por la respuesta favorable de los Mercados, son palabras o frases vaciadas de todo contenido en boca de los embaucadores y profetas del odio que lucen en las primeras filas oficialistas.

Es hasta curioso que se pretenda sostener tanta farsa a esta altura de los acontecimientos, pero más sorprende que una parte de la población igualmente castigada por las políticas implementadas siga cautivada y dispuesta a creer que encontrarán alguna luz al final del túnel, que no es otra cosa que una fosa común a la cual también ellos están destinados.

   

Hay que dar hasta que duela

 

La frase de la Madre Teresa de Calcuta, cabe aplicarla como lema de los Cambiemistas pero con el sentido que la utilizaba Eber Carlos Ludueña (uno de los personajes del humorista Luis Rubio) para describir su estilo rústico como jugador de fútbol.

Ninguna duda que ese apotegma bien la define a la policía frustrada que funge de Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en su manejo de las “fuerzas” y en particular de su cuerpo de elite represivo: la Gendarmería. 

Similar apreciación vale para el fugado e inhallable ex Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que sin rubor afirmara al anunciar medidas de un enorme costo social: “En la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el Gobierno”, para luego vaticinar una victoria de Cambiemos en el 2019. Evidentemente, le costará conseguir algún empleo como consultor financiero, económico o político, ni siquiera en el Servicio Meteorológico Nacional a pesar de ser un experto en la detección de tormentas, turbulencias y otros fenómenos climático-econonómicos.

Un campeón en esa cruzada es el Presidente, que con cada mensaje de “alivio” ha provocado corridas bancarias a la par que la agudización de las emergencias alimentaria, habitacional, sanitaria, social y laboral que se niega a declarar como tales, a sabiendas de las penurias que atraviesan quienes se encuentran inmersos en alguna o varias de esas situaciones.

A simple modo de ejemplo, en cuanto a la sensibilidad que los caracteriza, pueden mencionarse algunos de los efectos ocasionados en el ámbito de la salud.

La última devaluación incrementó –en promedio- el precio de los medicamentos en un 30%, que en la medición interanual acumuló un 128% del “Sifral” para enfermos de Parkinson, un 249% del “Darantizol” para el tratamiento de tiroides, un 295% del “Dilantrend” un antidepresivo, un 88% del “Silidral” para la osteoporosis, un 110% del “Amaryl” para la diabetes.

No será preciso abundar en consideraciones acerca de la incondicionalidad para ese tipo de enfermos de mantener la medicación y, claro está, seguir comiendo para que ello cobre sentido.

 

La falta de diálogo es su modelo  

 

Un repaso de la acción de gobierno en casi cuatro años pone de manifiesto el autismo, propio de una soberbia de patrones de estancia, con que han actuado. No han propiciado la búsqueda de consensos, tanto como han eludido el debate de cuestiones fundamentales e incluso de llevar al Congreso –como correspondía- el tratamiento de los empréstitos con los que endeudaron al país.

Acostumbrados a ser “mandamás” con los débiles o “mandadero” con los poderosos, el diálogo pierde toda razón de ser. Pues en una relación de sumisión, todo se limita a dar órdenes y a obedecerlas según el rol que les toque asumir.

La ausencia de toda vocación y práctica democrática no se ha limitado al aspecto antes mencionado, sino que se advierte en la permanente denostación de legítimos reclamos sociales y la recurrencia a la represión como única respuesta a los mismos.

Proceder que contrasta con la imagen falsa que han proyectado contando con el auxilio de un monopolio mediático que los blindaba, pero que hoy no les alcanza para salir indemnes de la desastrosa situación que atraviesa la Argentina y de la cual pretenden responsabilizar a la oposición.

 

Socializar las pérdidas es su horizonte

 

Acorralados por un default que ya no pueden ocultar, apelan a sentimientos patrióticos que nunca profesaron y convocan a la unidad de todos los sectores políticos para un salvataje imposible en función de las medidas financieras que proponen.

No hubo errores ni excesos guiados por la buena fe, sino la consecuencia lisa y llana de un proceso depredatorio que se propusieron para el enriquecimiento de unos pocos, comenzando por ellos mismos.

El endeudamiento externo del orden de los 130 mil millones de dólares, es casi igual a la fuga de capitales registrada desde diciembre de 2015. El agotamiento de las reservas del Banco Central –que disminuyeron en más de 12 mil millones de dólares entre julio y agosto de 2019- lleva idéntica dirección, que de continuar dejará sin respaldo al futuro gobierno y a merced de los buitres que alimentaron todos estos años.

Las figuras retóricas en cambio no se han agotado, nos hablaron de brotes verdes, crecimiento invisible, segundos semestres, revolución de la alegría, cruzar el río, subir al Aconcagua y ahora como resumen nos plantean el reperfilamiento.

¿Qué significa? En la jerga económica se indica como un mecanismo para postergar los vencimientos de los compromisos financieros, sin disminución del capital adeudado y con un incremento de los intereses. Por completo diferente a una “restructuración de la deuda”, que persigue una quita del capital, con reducción de las tasas de interés y una redefinición de los plazos acorde con las posibilidades de pago del Estado, con sustento en metas de crecimiento de la Economía.   

En lenguaje común es difícil encontrar la definición de ese neologismo, pero en algún diccionario (RAE – Edición del Tricentenario) hallamos las siguientes: “Alterar y disimular los perfiles de las obras de fortificación, para que a distancia no pueda el enemigo formar juicio exacto del enemigo”. “Dicho de una cosa: perder la postura de perfil”.

Quizás sea allí donde podamos obtener un sentido más acorde con la realidad política que obnubila a Macri y sus acólitos, desesperados por un Perfil que no los favorece y renegando de un Frente que los arrasa porque cada vez es más de Todos. 

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