Que Pichetto no tiene votos, que los votantes de derecha ya los tenían, que deberían haber puesto a una mujer, que se le negó ese lugar tan anhelado a los radicales, que espantan a los antiperonistas, que los gobernadores del PJ ya se fueron con Cristina Kirchner, que deberían haberse corrido hacia el centro del electorado… infinidad de críticas y argumentos en contra se han esgrimido durante las últimas horas sobre la decisión del presidente Mauricio Macri de poner al (hasta hace poco) presidente del bloque del PJ en el Senado, como precandidato a vicepresidente por la alianza “Juntos por el Cambio”.
El momento elegido para el anuncio oficial, el pasado martes a las 16.04 a través de la cuenta de Twitter del presidente, no fue casual. A esa misma hora estaba programada una conferencia de prensa de Sergio Massa donde se anunciaría el acuerdo de unidad peronista con Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Esa conferencia finalmente no ocurrió, el líder del Frente Renovador habló apenas 63 segundos apelando a un discurso vacío, y se marchó.
El problema fue que las negociaciones transcurrían (y transcurren aún) alrededor del armado de las listas de candidatos a legisladores nacionales y provinciales, concejales e intendentes, además de la posibilidad (o no) de que Massa compita en las PASO frente a la fórmula de los Fernández. Y uno de los principales escollos es que el tigrense cuenta con una importante base política y territorial obtenida en las elecciones de 2015 donde obtuvo un 21,4% de los votos a nivel nacional (y un 22,4% en la provincia de Buenos Aires), los cuales representan muchísimos cargos políticos electivos que pertenecen a dirigentes que lógicamente quieren renovar sus bancas, y no todos tienen lugar en el reparto de lugares en las listas para las elecciones que se avecinan. Estamos hablando concretamente de (solamente en la provincia bonaerense) 8 diputados nacionales, 9 diputados y 2 senadores provinciales, y 10 intendentes.
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Es decir, Massa debería contar con la mitad de los espacios de las listas del “Frente de Todos” para poder darle lugar a todos esos intendentes, concejales y legisladores que tienen la intención de conservar sus espacios que vencen en diciembre próximo, algo prácticamente imposible contemplando la relación de fuerzas dentro de ese armado político.
Esta situación implica necesariamente que muchos de esos dirigentes quedarán excluidos de los lugares preponderantes en las listas, y quedarán a la espera naturalmente de que aparezca algún nuevo dueño que les dé de comer.
En ese marco es que cobra relevancia la designación de Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente de Mauricio Macri, porque les abre la posibilidad de tentar a todo ese espectro que quedará huérfano del massismo a sumarse a las filas de lo que hasta ayer era Cambiemos. Allí intentarán disputar también los armadores políticos que están detrás de la fórmula Lavagna-Urtubey (es decir, el dirigente gremial Luis Barrionuevo y el expresidente Eduardo Duhalde), pero les será más difícil debido a que lógicamente la lista que encabezará la actual gobernadora María Eugenia Vidal es mucho más seductora que la que seguramente llevará a Graciela Camaño por el Frente Consenso Federal 2030.
Así las cosas, resta aguardar en los próximos días hasta dónde llegará la “generosidad” política de la expresidenta y su compañero de fórmula, para contener a la mayor cantidad de dirigentes de ese espacio, y cuánto estarán dispuestos a resignar –regalar- a sus rivales directos, en lo que seguramente será la batalla final de la política argentina.