Dentro de los máximos referentes del socialismo en los últimos tiempos, Miguel Lifschitz siempre fue el que peor concepto tenía del peronismo. Mientras Hermes Binner fue un gobernador con una relación menos tensa, y Antonio Bonfatti siempre tuvo un vínculo más amigable con el PJ, el actual mandatario santafesino ha sido caracterizado como el más reacio a trabar contactos con el justicialismo.
Sin embargo, bajo este signo de los tiempos eso podría estar cambiando. El santafesino se sumó este año al armado de Consenso Federal, que incluyó a figuras como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, (PJ), lo que le valió a Lifschitz críticas internas por su perfil conservador. También intentó seducir al cordobés Juan Schiaretti –siempre hubo una relación cordial- cuando todavía ocupaba un lugar central en el armado, del que luego quedó relegado al enterarse por los medios que Urtubey sería el compañero de fórmula de Roberto Lavagna.
Luego, hace dos semanas, el gobernador de Santa Fe participó de la reunión con los gobernadores peronistas (y otros no oficialistas), en la cual se acordó una postura común ante los recortes a las arcas provinciales que significaron las medidas "de alivio" anunciadas por Mauricio Macri, tras las elecciones primarias. Luego se sumó a la presentación que realizaron estos distritos opositores ante la Corte Suprema para pedirle al Ejecutivo que retrotraiga esas decisiones.
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Se terminó
Lifschitz no cultivó una mala relación con Mauricio Macri en los comienzos de su presidencia, pero con el paso del tiempo todo se fue deteriorando. El no pago de la deuda histórica que tiene Nación con Santa Fe por los recursos de Ansés más allá de las promesas, el recorte de subsidios y ahora de impuestos coparticipables lograron terminar con la paciencia del socialista. Hoy Macri perdió poder y una victoria de Alberto Fernández es inminente. Lifschitz lo sabe y entiende que hay que reacomodar posiciones.
Está claro que la estrategia es, además, juntarse con otras provincias que son víctimas de los mismos tratos del gobierno nacional para fortalecer una posición común. Por eso el titular de la Casa Gris se aproxima, pero con cautela. “Los gobernadores del PJ eran casi todos macristas hasta hace 4 meses”, recuerda una persona de su entorno para graficar las razones de esta precaución y la volatilidad de las lealtades.
El Destape pudo saber de buena fuente que existe un grupo de WhatsApp donde están los referentes más importantes: “Miguel tuvo y tiene una buena relación con todos. Santa Fe es una provincia grande. Pero digamos que no hay una relación de confianza extrema”, reconoce un operador del partido de la rosa.
Cantado
Dentro de este marco, y como un signo de estos realineamientos, el lunes pasado desde la ciudad de Santa Fe, Lifschitz dio por descontada una victoria de Alberto Fernández el próximo 27 de octubre, al sostener que el resultado de las elecciones generales ya está puesto y es irreversible. Para el socialista, los comicios "pasaron a un segundo plano" porque "el resultado ya está cantado".
En ese sentido, aseveró que "nadie seriamente puede creer que se pueden modificar los resultados de las primarias. Faltan dos meses, es un tiempo largo en esta inestabilidad. Va a depender mucho de la responsabilidad del gobierno y de quien ha sido ungido virtualmente como futuro presidente", indicó en referencia al candidato del Frente de Todos.
Sin embargo, consultado sobre un eventual adelanto de las elecciones, advirtió que "es inviable jurídicamente y sería agregar nafta al fuego". "Sería generar un tembladeral institucional más grave todavía", alertó. También habló del cepo cambiario que implementó el gobierno, a lo cual, consideró que "paralizará la actividad económica" y que junto a los anuncios de la semana pasada provocarán un "impacto directo" en la recaudación provincial. Por ello, aseguró estar "muy preocupado y atento a la situación social".
Estas expresiones no son casuales. Es que Lifschitz tiene que ir a la Cámara de Diputados de la provincia, donde será presidente y comandará el bloque mayoritario con el que deberá negociar el justicialista Omar Perotti para poder gobernar y sacar leyes. Pero su intención es, apalancado desde ese lugar de poder, seguir jugando en lo nacional.
El armado del que participará el socialismo es hoy un enigma ¿Sobrevivirá Consenso Federal después de diciembre? ¿Sumará a otros sectores? ¿Qué pasará con los radicales que se vayan de Cambiemos, hoy virtualmente destruido como alianza? “Falta mucho para diciembre. Macri tiene que llegar, y ese es el factor que altera el producto”, responden. Por el momento, nadie sabe qué pasará mañana y es difícil saber cómo se reconfigurarán los espacios en una eventual presidencia peronista.
*Nicolás Maggi es corresponsal de El Destape en Santa Fe.