Hay pocos misterios alrededor de los comicios que se celebrarán mañana en Córdoba. El gobernador Juan Schiaretti se encamina a ser reelecto con una mayoría absoluta o casi, a buena distancia de sus rivales más competitivos. La ruptura de Cambiemos en esa provincia no solamente le facilitó el triunfo al "Gringo", también abrió la puerta a una posible victoria de su delfín, Martín Llaryora, en la capital, que gobierna la UCR desde hace ocho años. La descomposición de la alianza oficialista tendrá un capítulo clave de cara octubre: los resultados que se conozcan en la nochecita del domingo pueden consolidar la candidatura presidencial de Mauricio Macri o ser el comienzo del fin de la carrera política del Presidente.
Todos los ojos estarán puestos en el duelo entre perdedores que mantendrán los dos candidatos de origen radical, Ramón Mestre y Mario Negri, condenados a pujar por el segundo lugar. Lo que se dirime allí es mucho más que una medalla de plata: el futuro de Cambiemos comenzará a definirse en ese escrutinio. Mestre es una de las figuras emergentes de una UCR que quiere despegarse del fracaso de Macri y comenzar a construir un nuevo armado político. Negri, a pesar de su estirpe boinablanca, es un hombre de la Casa Rosada y, principalmente, de Elisa Carrió. La afluencia de figuras centrales del PRO a Córdoba en los últimos días evidencian la magnitud de las apuestas en juego.
El antecedente fresco de las PASO en Santa Fe pone en duda la confiabilidad de esta estrategia. Hace dos semanas, Macri, Carrió, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Rogelio Frigerio y otras figuras visitaron esa provincia para sostener la candidatura de otro radical M: José Corral. Terminó tercero, demasiado lejos de la disputa por la gobernación. En el interior del país no suele caer bien los consejos porteños. Cerca de Mestre celebraban la decisión de Lilita de difundir en sus redes un spot humorístico protagonizado por Alfredo Casero. “Vayan corriendo a votar a Negri porque es mi tío”, era la premisa. Mañana veremos cuántos cordobeses tenían ganas de hacer running electoral.
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Una buena performance de Negri le permitirá al Presidente mantener a raya los embates contra su candidatura a la reelección, al menos por unos días más. La meta es llegar al 22 de junio con la lapicera en la mano y todavía parece lejísimo para Macri. Durante esta semana, en la Casa Rosada celebraban que el llamado a acordar 10 puntos había confirmado su centralidad y despejado todos los fantasmas de un plan alternativo. Se apuraron. El miércoles, el empresario Claudio Belocopitt volvió a proponer una candidatura de Vidal respaldada por sectores del justicialismo. Hoy, el gobernador Gerardo Morales insistió con incorporar a Roberto Lavagna a la coalición.
A esta altura, el Presidente perdió el apoyo incluso de los que querían, hasta hace muy poco, ser sus candidatos a vice. Sin esta resistencia, finalmente se le puso fecha a la Convención Radical, que se celebrará el 27 de mayo, dos semanas antes de la fecha límite para inscribir alianzas. Ni el macrista más entusiasta espera un resultado favorable allí si Negri no aventaja a Mestre con una autoridad en las elecciones de mañana. Una derrota a manos del peronismo en la capital añadiría sal a la herida. Córdoba, la provincia que coronó a Macri hace cuatro años, hoy puede ser el lugar donde termine dejando el cetro. Ya se dijo, pero nunca está de más citar a Twain: “La historia no se repite, pero rima”.