Todo indica que comienza en la Argentina un nuevo ciclo político luego del contundente fracaso del modelo neoliberal. Vale la pena recordar que en nuestro país en cuarenta y tres años hubo tres intentos de imponer el neoliberalismo y todos terminaron en catástrofes: en la dictadura cívico-militar (1976-1983), durante la presidencia de Carlos Saúl Menem (1989-1999) y en el gobierno de Cambiemos (2015-2019).
Ese modelo en lo económico está marcado por un régimen fundamentado en el sector financiero, el endeudamiento y la transferencia de recursos al exterior, produciendo un desfinanciamiento y achicamiento del Estado a favor de los grupos económicos concentrados (como muestra, cabe recordar que Bunge & Born apoyó la candidatura de Carlos Menem y el grupo Clarín al gobierno de Mauricio Macri). Orientado a transformar la cultura en una empresa el neoliberalismo se opone a un Estado intervencionista, promoviendo uno que endeuda, despoja al pueblo y excluye. Para decirlo todo, tres experiencias de gobiernos neoliberales aplicadas en el país permiten demostrar que ese sistema sólo favorece a las corporaciones y a la élite económica, por lo que cabe afirmar que neoliberalismo y democracia son incompatibles.
Es altamente probable que en el 2020 comience un nuevo gobierno nacional y popular, de oposición al modelo neoliberal, en el que el Estado tendrá fuerte presencia en salud, educación, derechos medioambientales, etc. El Estado volverá a tener facultades y medios necesarios para regular la economía interviniendo en su curso, limitar libertades a los especuladores y lograr que el acuerdo con el FMI no sea a costa del hambre del pueblo.
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Sin embargo, hoy sabemos que para emanciparnos del poder corporativo que pretende dominar, no alcanza con ser gobierno. Sabemos también que al poder no le gusta perder y que no cree en la democracia, menos aún si es inclusiva y orientada por lo popular. El poder neoliberal es desestabilizador, capaz de realizar cualquier operación con el objetivo de manipular la subjetividad, instalar odio demonizando a los adversarios en sentido contrario a la comunidad. Los medios de comunicación corporativos conservan sus instrumentos básicos de actuación y penetración. El poder no está vencido, no descansa y continua operando, reactualizando estrategias para renovar sus opciones políticas. Habrá una contraofensiva, por lo que no alcanzará con ganar el gobierno: precisamos ganar la cultura construyendo hegemonía democrática, soberana, nacional y popular para no continuar repitiendo y derrotar definitivamente al modelo neoliberal.
Dos batallas políticas imprescindibles se avecinan y deberemos ganar:
1) El debate en el sentido común sobre la causalidad del fracaso neoliberal.
Vemos aparecer distintos relatos sobre el fracaso del gobierno neoliberal. Debemos dar ese debate demostrando y convenciendo que no fue la mala praxis de algún psicópata, gente que vino a hacer negocios o empresarios poco lúcidos para la política. No se fracasó por la herencia recibida, las tormentas, la mitad del río, el gradualismo o el aceleracionismo, ni ningún nombre propio en particular, como Dujovne, o Marcos Peña. Tampoco se trata, como sostienen algunos, de la existencia de ciclos u oleadas con apariciones espontáneas entre el poder y los gobiernos populares. Toda esta serie de argumentos no da cuenta de lo central: los gobiernos neoliberales sólo representan a las minorías y dejan afuera a las grandes mayorías.
Resultará necesario que realicemos una política de la verdad, la memoria y la justicia, que diga “Nunca más neoliberalismo” por tratarse de un sistema que castiga y despoja a la mayoría de lo social en favor de las élites oligárquicas.
2) Desmontar una repetición del campo popular.
Habrá que desactivar una repetición histórica: el campo popular consigue llegar al gobierno y luego de un tiempo es derrotado por no ser capaz de conservar y perseverar en la unidad conseguida.
La actual unidad no se logró sólo por arriba a nivel de los dirigentes ni se limita a la fórmula Fernández-Fernández, sino que comenzó a tejerse como una política de oposición en el 2015. El gobierno popular había sufrido una derrota, sus dirigentes perseguidos y los sueños desmantelados; sabiendo que se venía la noche neoliberal, muchos comenzaron a articularse y organizarse.
Estos cuatro años de resistencia al neoliberalismo resultaron una experiencia inédita de construcción de la oposición en la que fue surgiendo una hegemonía horizontal y desde abajo, que inventaba un nuevo sujeto político, el pueblo, antes de formar parte de la estructura del Frente para Tod@s .
Será necesario insistir y defender la unidad conseguida que, sin duda, será atacada desde el interior y el exterior de la construcción. Resultará imprescindible en el nuevo pacto social que propuso Cristina, hacernos cargo de lo logrado y asumir con decisión una democracia que incluya al pueblo
Estado y pueblo son dos agentes fundamentales en la democracia, dos formas de lo político que nos permiten imaginar una idea alternativa capaz de vencer definitivamente al neoliberalismo.
Tenemos una nueva oportunidad.