En la época de la Colonia, el último gobernador de Buenos Aires y primer virrey del Río de la Plata, Juan José de Vértiz y Salcedo dispuso una orden que debía cumplirse para salvar al virreinato: si Buenos Aires era atacada por una potencia extranjera y las tropas enemigas se hacían de la Capital, el poder debía replegarse hacia el interior y organizar la defensa desde Córdoba.
Más de doscientos años después, en los únicos lugares donde Mauricio Macri ganó las PASO del domingo 11, fueron precisamente, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Córdoba.
Durante la primera Invasión Inglesa de 1806, el virrey Rafael de Sobremonte hizo caso a las órdenes de su antecesor Vértiz y Salcedo, y huyó hacia Córdoba: ni el virrey ni sus familiares debían caer en manos de los invasores, para no ser obligado a firmar su rendición.
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Mucho más acá, en 1918, un puñado de estudiantes organizó en Córdoba un movimiento para democratizar el acceso a la universidad que terminó en la Reforma Universitaria, ejemplo en toda América latina.
En mayo de 1969, los obreros y estudiantes universitarios encabezados por Agustín Tosco coparon los centros fabriles de las afueras de la Capital y marcharon al centro de la ciudad reclamando por sus derechos laborales y civiles y el regreso a la democracia. El Cordobazo fue el principio del fin de la dictadura de Juan Carlos Onganía.
En abril de 1987, el ex mayor del Ejército y jefe de torturadores del centro clandestino de detención La Perla, Ernesto “Nabo” Barreiro, fue el iniciador de la asonada carapintada de Semana Santa, cuando se amotinó en predios del Tercer Cuerpo de Ejército en el camino a La Calera, para negarse a declarar ante la Justicia federal. Aldo Rico se solidarizó con él y produjo el levantamiento que terminó cuatro días después, cuando el entonces presidente Raúl Alfonsín en persona exigió la rendición de los sediciosos a cambio de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Eran los tiempos en que Eduardo Angeloz hablaba de Córdoba como “la isla” que resistía la avanzada de la Renovación Peronista liderada por Antonio Cafiero. Hoy Córdoba vuelve a ser una isla conservadora, y el jefe de campaña de Alberto Fernández es otro Cafiero, Santiago, el nieto del histórico dirigente bonaernse.
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En diciembre de 1998, un golpeado gobernador Ramón Bautista Mestre pierde las elecciones frente a José de la Sota y entrega el gobierno siete meses después, en julio de 1999; adelantando lo que sucedería posteriormente con otro cordobés: Fernando de la Rúa, quien renunció a la Presidencia en diciembre de 2001.
En Córdoba también se tejió por primera vez la alianza entre el PRO y la UCR, cuando en septiembre de 2014, Pedro Dellarossa ganó las elecciones municipales de Marcos Juárez y se convirtió en el primer intendente macrista del interior del país. Juntos por Marcos Juárez fue la primera marca del frente que luego se conocería nacionalmente como Cambiemos. En 2015, Macri y Cambiemos llegarían al poder en todo el país.
Pero también, el derrumbe macrista del pasado domingo 11 de agosto fue preanunciado en Córdoba. En 2017, el macrista Héctor “La Coneja” Baldassi había logrado muy cómodo renovar su banca, con más de 15 puntos de diferencia con el candidato del PJ, Martín Llaryora. Dos años después la gobernación de Córdoba quedaría para Cambiemos.
Pero pasaron cosas: en enero de 2019, cuando se estaba armando la campaña por la gobernación cordobesa, desde la Casa Rosada se bajó la orden de que las candidaturas en las provincias las decidían el propio Macri y el jefe de Gabinete Marcos Peña. El candidato oficial de Cambiemos en Córdoba sería Mario Negri.
Ramón Javier Mestre, que ya había sido ninguneado en 2015 por el ascendente Macri que eligió como candidato a gobernador al radical macrista Oscar Aguad, esta vez se plantó y desafió al puerto: “Vamos a internas”, dijo; y como única respuesta obtuvo la ruptura de Cambiemos y la inscripción del sello Córdoba Cambia con Mario Negri bendecido por la Casa Rosada. Mestré desempolvó la marca UCR. Fue el principio del fin.
En el principal bastión macrista, el Presidente dividió Cambiemos para facilitar la reelección de Schiaretti. El 12 de mayo, Schiaretti aplastó a la oposición con 54% de los votos y el 75% de las bancas legislativas. El acuerdo entre Macri y Schiaretti se había urdido en septiembre de 2018, cuando el gobernador cordobés a través de su operador de medios Guillermo Seita –dueño de la consultora Management & Fit y lobbista del Grupo Clarín- anunció la conformación de Alternativa Federal, junto al senador rionegrino Miguel Pichetto, el líder del Frente Renovador Sergio Massa y el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. El espacio del PJ anti K dividiría al peronismo como en 2015, para pavimentar la reelección de un Macri que en tres años no había acertado con la economía y la pérdida de votantes ya se consignaba en los sondeos propios y ajenos.
Apenas dos semanas después, de la aplastante victoria de Schiaretti sobre Negri y Mestre, sucedió lo imposible. El 28 de mayo, durante la última reunión de Alternativa Federal realizada en Córdoba, Schiaretti y Pichetto afirmaron que trabajarían por la reelección de Macri. Mientras que Massa señaló que como peronista votaría a Alberto Fernández. Urtubey se hizo el destraído. Fue la antesala de lo que ocurriría después: la implosión nacional de Alternativa Federal.
El resultado de las PASO, catastrófico para Mauricio Macri y su alianza conservadora demostró que, como hace más de dos siglos, Córdoba se anticipa a lo que sucederá posteriormente en el resto de Argentina. Para bien o para mal.
*Gustavo Molina es corresponsal de El Destape en Córdoba.