A cuarenta días de las PASO, el candidato a presidente por el Frente de Tod*s, Alberto Fernández, busca consolidar sus lazos con la estructura peronista para transitar sin sorpresas la campaña electoral y preparar, asimismo, un mecanismo que garantice la gobernabilidad durante los primeros meses de un eventual mandato, en un contexto social y económico que se rebela cada día más complejo.
En ese sentido, Fernández no quiere esperar a diciembre y se propone conformar, lo antes posible, en ambas cámaras del Congreso nacional un entramado de legisladores y legisladoras que transitaron los últimos años en distintos bloques pero hoy coinciden encolumnados debajo de la propuesta política que él encabeza junto a la senadora Cristina Fernández de Kirchner.
Con ese objetivo, mañana el candidato se reunirá por primera vez con los senadores del bloque justicialista que hasta hace dos semanas encabezaba Miguel Ángel Pichetto, y que tras la salida del rionegrino, eyectado por conformar la fórmula presidencial oficialista, se reorientó para acercarse al Frente de Tod*s, aunque algunos de sus miembros todavía apoyen el lance de Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey.
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Fernández espera asegurarse el apoyo de una veintena de senadores, que sumados al sector que responde a CFK y a otros bloques provinciales podría dejar al armado opositor a un par de votos del quórum propio en la cámara alta. La importancia de ese número es doble: garantiza al mismo tiempo la posibilidad de bloquear iniciativas oficiales y permite imponer el tratamiento de proyectos propios que le disputen el seteo de agenda a Cambiemos.
En las oficinas de la calle México saben que para mantener alineados a los senadores es imprescindible aceitar el vínculo con los gobernadores. Por eso, Fernández convocó a los mandatarios provinciales del peronismo a un almuerzo en la ciudad de Buenos Aires este miércoles. Después del café, habrá una foto que sellará un pacto que, tácitamente y uno por uno, todos ellos ya habían acordado con el candidato.
En la cámara baja, la fase centrípeta en la que ingresó el peronismo a partir del anuncio de la fórmula Fernández & Fernández, ya dio sus resultados. La confluencia de los bloques opositores volteó la semana pasada el tratamiento de un acuerdo de inversiones entre países del Mercosur, que desde el gobierno daban por aprobado. La quita de colaboración explícita del presidente de la cámara, Emilio Monzó, también complicó los planes oficiales.
Durante el último año y medio, el Congreso entró en una etapa de hibernación sin paralelismos con ningún otro período desde el regreso de la democracia. Las sesiones y el trabajo en comisiones se redujeron casi un cincuenta por ciento respecto a períodos anteriores. El peronismo cree que, si logran coordinar espacios poco acostumbrados a la cooperación, pueden tomar el timón y reactivar la actividad parlamentaria.
De esta forma, la idea es imponerle al gobierno una agenda que refleje la plataforma de campaña que presentarán los Fernández y que contrasta con la propuesta de Cambiemos. En ese sentido, se preparan proyectos que apuntan a la emergencia alimenticia, las tarifas de servicios públicos, la situación de los jubilados y el cuidado del empleo. Además, la iniciativa apunta a acelerar la confluencia de equipos que pronto deberán trabajar espalda con espalda.