Días atrás en Gobierno recibieron una llamada desde Brasil de parte de Dilma Rousseff y de Lula da Silva. Querían saber a qué candidato presidencial apoyaría la Casa Rosada, porque recibían pedidos de reunión de todos y les interesaba conocer a quién privilegiar. "Vamos a apoyar al que gane en las PASO", fue la respuesta que recibieron desde el gobierno argentino. Otra señal de que no habrá "caballo del comisario" en la competencia por la sucesión de la presidenta Cristina Kirchner. En cambio, después del último discurso presidencial y de la intervención de Carlos Zannini en el Congreso del PJ sí quedó claro que se marcha a una competencia de dos fórmulas, tres a lo sumo, en la que el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, y el ministro de Defensa, Agustín Rossi, tienen las de perder.
"Tenés que ser serio", decía esta semana el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, mientras exhibía algunas encuestas que le habían llegado. Salvo en Entre Ríos y provincias vecinas como Santa Fe, Urribarri mostraba allí una muy baja intención de voto, en varias provincias de un magro 1 o 2 por ciento. Rossi tampoco conseguía despegar y, aunque mostraba un promedio un poquito mejor, ni siquiera tenía un distrito donde mostrar fortaleza: en su ciudad, Rosario, no llegaba al 5 por ciento de intención de voto. En esos sondeos, que lo favorecían bastante, Randazzo mostraba una buena cosecha de apoyos en las ciudades grandes. El ministro asegura que es clase media beneficiada por su buena gestión con los documentos, pasaportes y, ahora, trenes. Un electorado que suele ser esquivo al kirchnerismo. La cuestión es que para que tenga alguna chance no puede haber tres candidatos que se presenten en la interna como representantes genuinos de Cristina Kirchner. "Toda otra fórmula que se presente, nos resta a nosotros", sostiene Randazzo, que sueña competir mano a mano contra el gobernador Daniel Scioli.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Por ahora parece difícil imaginar el ámbito en que estos candidatos podrían ser obligados a desistir de sus intenciones. Ninguno acusó –al menos en público- recibo de los dichos de la Presidenta. Incluso, Urribarri realizó este fin de semana una invitación masiva a medios de comunicación nacionales a Entre Ríos en una especie de relanzamiento de su candidatura. El gobernador aún apuesta a una intervención presidencial a su favor, aunque parece poco probable.
El quinto contendiente es el ex canciller Jorge Taiana, pero su postulación apunta hacia otro sector. No se presenta como ultrakirchnerista sino más bien como un kirchnerista crítico, que elogia el rumbo del Gobierno pero no dice que debe seguir todo igual sino que habla de un "segundo tomo" de reformas, con lo cual, implícitamente, está diciendo que se debe cambiar. Un poco en el rol de "outsider" del Gobierno, del que se fue enojado por el trato que en algún momento le dio la Presidenta, aunque nunca pronunció en una palabra en contra de ella. Igual, no dijo taxativamente que no vaya a bajar su candidatura. "Me interesa instalar esta idea", advirtió el viernes, en referencia a la necesidad de una actualización del modelo K.
Scioli mira con su habitual tranquilidad estos movimientos. Ayer manejaba una encuesta muy detallada de la consultora CHM en los ocho distritos electorales de la provincia de Buenos Aires. Sumaba el 25,7 por ciento de voto contra el 23,5 de Mauricio Macri. Pero a eso había que agregarle el 10 por ciento de un lejano Randazzo y el 2,14 de Urribarri. Por otro lado, el 41,6 por ciento de los bonaerenses aseguraba que votaría en las PASO del Frente para la Victoria contra el 26,4 por ciento del PRO y el 20,8 del Frente Renovador. "Daniel siempre dijo que quería competir en las PASO. Con la cantidad de fórmulas que sea, queremos competir, estamos seguro de ganar y salir fortalecidos", aseguraba un estrecho colaborador del gobernador bonaerense.