Luego de cuatro años de mentiras cotidianas por parte del gobierno de Cambiemos y sus periodistas adjuntos, la sinceridad de Alberto se convirtió en una herramienta de consolidación política que, por contraste, eleva su imagen y hunde la de la oposición a un tiempo.
A diferencia de las promesas incumplidas de Macri, Alberto implementa cada día alguna de sus anuncios de campaña. Incluso, ya en el gobierno decidió sostener un discurso moderado, sin grandes promesas, que le permita no defraudar a sus votantes y a quienes se sumaron en su apoyo en estos 30 días.
Luego de cuatro años de mentiras agobiantes en los que se pasaba de “podemos vivir mejor” a “vivíamos demasiado bien” en poco tiempo, entrar en una etapa de sinceridad cotidiana es sanador, un alivio para la comunidad.
Algunas de las promesas que comenzó a cumplir Alberto:
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*Congelamiento de tarifas.
*Bono para jubilados
*Suba de salarios privados por decreto
*Suba de salarios públicos
*Fuerte baja de tasa de interés de leliq
*Control a las importaciones
*Tarjeta alimentaria
*Precios cuidados
*Regreso del Plan Conectar Igualdad
*Baja del precio de los medicamentos
*Búsqueda del equilibrio fiscal
*Renegociación de la deuda pública
*Intervención y quita de fondos reservados de la AFI
*Trato igualitario de periodistas de distintas vertientes
La lista sigue, es extensa y refiere a distintos ámbitos. Pero lo central es que lo que se sostiene es el rumbo elegido: salir a salvar del naufragio a los más postergados al tiempo que se recupera el equilibrio de las cuentas públicas.
Lo que se mostró es que la promesa de sacar del poso a los postergados y no caer en default en el intento es una meta posible. Hoy el riesgo país es más bajo que hace 30 días, las acciones de las empresas argentinas subieron, las reservas crecieron y la tasa de interés cae. Y al mismo tiempo hay récord de ocupación en los sitios turísticos y comercios de varios rubros comienzan a advertir una incipiente reactivación del consumo.
Alberto no tiene temor en decir que las negociaciones salariales deben ser cautas; incluso en proponer terminar con la cláusula gatillo. Se puede estar o no de acuerdo, pero las cartas están sobre la mesa.
El equipo de Alberto no habla de salariazo, sino de desindexar la economía. Es obvio que no se busca un shock de ingresos, sino una caída brusca de la inflación que otorgue valor al salario.
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El freno al dólar oficial, el congelamiento de las tarifas de luz, gas y transporte, la desindexación de las principales variables de la economía, la búsqueda del equilibrio fiscal y el amesetamiento de la base monetaria apuntan a un índice inflacionario cercano al 30 por ciento.
La sinceridad como herramienta política es una estrategia poco transitada; el contraste con el cinismo cotidiano de Cambiemos está elevando la imagen presidencial. Un resultado colateral del “efecto verdad” es la caída en el predicamento social de medios y periodistas que formaron parte de la mentira del macrismo. El derrape en el rating de Majul, Feimann, Leuco y otros furiosos defensores del cambio es la prueba.
Generalmente, en los cambios de gobierno el que ingresa intenta diferenciarse de manera clara del anterior y obtiene como resultado un crecimiento post electoral. En este caso se dio en un costado que en principio luce menos tangible que una devaluación, un ajuste o un salariazo. Se trata de cambiar mentira por verdad. Y está dando resultado.