A tres semanas de las elecciones presidenciales, en el equipo de Daniel Scioli comenzaron a trabajar con ritmos diferenciados. El candidato presidencial y sus voceros más reconocidos –empezando por su jefe de gabinete, Alberto Pérez- continúan manteniendo su discurso de inalterable continuidad respecto a las políticas oficiales, pero otros referentes del espacio llevan mensajes de rectificaciones puntuales ante interlocutores seleccionados.
La idea, explican, es transmitir tranquilidad y preparar el terreno para los primeros pasos del futuro gobierno. "Sabemos cómo piensa Daniel, obviamente que los que salimos a hablar no lo hacemos porque se nos ocurrió ese día", explicaba uno de estos referentes.
Los que auguraban que más temprano que tarde Scioli saldría a diferenciarse del Gobierno se están quedando sin tiempo. En el entorno del candidato se muestran convencidos de que hay una mayoría de los argentinos que están a favor de las políticas oficiales, y toman como ejemplo el 54 % que obtuvo Cristina Kirchner hace cuatro años. Que lo que un sector de este electorado esté reclamando es un cambio en el estilo confrontativo que caracterizó al kirchnerismo, y que Scioli es el indicado para liderar esta nueva etapa. En la esencia muy parecida, pero con modales más cuidados. Que con ese discurso ya están ahí nomás –incluso según algunas encuestas ya lo consiguieron- del triunfo en primera vuelta.
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Sin embargo, la creencia entre la gente de confianza del gobernador es que hay ítems en los que será necesario hacer retoques para empujar la marcha de la economía en un contexto internacional complicado, con dos de los principales socios del país –Brasil y China- atravesando serias turbulencias. En los contactos que vienen manteniendo en estos últimos días buscan dejar en claro esa convicción, la idea de que más allá de lo que se puede decir en el marco de una campaña –especialmente en una en la que un sector de los medios busca con ansias descubrir una grieta entre el gobierno y su candidato- hay intención de hacer algunas modificaciones al modelo.
En una entrevista, Miguel Bein, a quien Scioli nombró su referente económico, planteó que había que quitar las retenciones –tal vez sólo mantenerlas para la soja- y buscar una "solución coherente" a la controversia con los fondos buitres. El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, quien era el favorito de Scioli para la candidatura a gobernador que perdió por muy poco, se sumó en los últimos días activamente a la campaña presidencial. "Nos pidieron colaboración para algunas cosas", explicaban en su entorno. Básicamente, lo que necesitaban era de la buena llegada de Domínguez al interior bonaerense y de sus contactos entre los hombres de campo. A ellos les habló en un encuentro de agronegocios y planteó la suspensión transitoria de retenciones para el trigo y el maíz. El presidente del Banco Provincia y referente porteño del sciolismo, Gustavo Marangoni, adelantó una modificación en la escala del impuesto a las ganancias y dejó un consejo a los empresarios: que se fijaran en lo que Scioli había hecho en la provincia más que en lo que decía en la campaña.
Otro enfático fue el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien mantiene una relación cercana con Scioli y estuvo entre los primeros mandatarios del justicialismo en ponerse a trabajar activamente por su candidatura presidencial. Cuando Scioli dio las características de quien será su futuro canciller –"un gobernador joven y moderno", dijo- parecía estar refiriéndose a él. Otros, además, lo mencionan como el futuro jefe del PJ. Urtubey viajó a Nueva York para hablar ante los empresarios del Council of Americas, en donde se mostró convencido de la necesidad de un rápido acuerdo con los buitres.
"No acordar terminó generando mayores problemas", afirmó, en una declaración que seguramente no cayó bien en la Rosada y alrededores. Scioli no lo avalará, pero Urtubey no habló sólo por las suyas. En el comando sciolista, al tiempo que no descuidan la campaña, ya se preparan para gobernar.