Compartimos con el lector algunas reflexiones a propósito del masivo plan de obras de infraestructura vigente desde 2003. Un plan, ciertamente, ejecutado para el pueblo argentino, la mejora sustantiva y progresiva de su calidad de vida, así como la normal evolución de la Nación en función de un proyecto político moderno, industrial y socialmente igualitario, todo bajo las banderas de un federalismo genuinamente popular.
PLANIFICACIÓN PARA UNA NACIÓN. En los últimos once años, los argentinos y las argentinas fuimos testigos de un plan de obras récord desde la Revolución de Mayo, en perfecta sintonía además, y ya que nos remitimos a 1810, con otro plan fundamental y fundacional a una Argentina justa, desarrollada y autosuficiente: el Plan Revolucionario de Operaciones de Moreno y Belgrano. Dicho programa, el único verdaderamente revolucionario de Mayo, tuvo igual trascendencia y cumplió idéntico rol que el primer gran paso en la reconstrucción de la Patria luego de la devastación conservadora entre 1976 y 2003. Hablamos de la decisión estratégica del presidente Néstor Kirchner de crear el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. Parece mentira, pero la creación del Ministerio de Planificación Federal fue anunciada en el Boletín Oficial tan temprana y oportunamente como el 27 de mayo de 2003. Fue, efectivamente, una decisión fundacional, fundacional de la República Argentina que Kirchner se proponía refundar y reconstruir, en contraposición a la semicolonia a la que nos habían convertido desde 1976. Crear un ministerio para lograr un desarrollo geográfico regional equilibrado –uno que consolide el federalismo verdadero (en oposición al falso federalismo de los noventa que había tirado por la borda a la inmensa mayoría de las provincias)– pero a través de las áreas energética y de las comunicaciones, la temática hídrica, el desarrollo urbano, la vivienda, la energía atómica, el sector minero y el transporte, en suma, a través del desenvolvimiento de una vida digna sin importar el qué, ni quién ni dónde, crear un ministerio que reuniera todos estos pilares fue tal vez la decisión más importante tomada por el presidente argentino.
PROYECTOS POLÍTICOS E INFRAESTRUCTURA. Asimismo, cuando se comprueba que las inversiones en infraestructura (89 mil millones de dólares) de estos once años supera en 3,6 veces los 25 mil millones de dólares registrados entre los años 1983 y 2003, no hablamos de una diferencia de cifras, sino de una diferencia de proyectos políticos. Y proyectos políticos con la siguiente salvedad: uno, efectiva y verdaderamente un proyecto de país, de Nación; el otro, de colonia. En este sentido, no es un capricho o un anacronismo volver a debatir la disyuntiva aún irresuelta de "nación o colonia". Cuando uno mira el mapa de la Argentina heredada de los noventa y la de 2014, observa que en la primera, si se construía algo por fuera de los límites de la pampa húmeda era para exportarlo todo, para depredar nuestros recursos y acentuar nuestra dependencia, como por ejemplo ocurría con el gas natural que exportábamos desde 1997 en detrimento del desabastecimiento masivo de nuestro mercado doméstico –desabastecimiento que a pesar de la decisión de Kirchner de cancelar los envíos a Chile hoy seguimos pagando–. Ahora, y siguiendo este ejemplo, vemos que los gasoductos construidos del 2003 a la fecha son para que nuestro gas llegue a los argentinos y argentinas que no lo tenían, a las provincias que tampoco lo tenían. Un emblema a propósito de ello lo constituye el Gasoducto del GNEA, obra de más de 4100 km de nuevos gasoductos (entre troncales y de aproximación) y 15 mil km de cañerías para redes domiciliarias. El GNEA, ya en ejecución, reparará una deuda histórica con las provincias de Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes, este de Salta y norte de Santa Fe, provincias y regiones sin servicio público de gas por redes. Y lo mismo puede razonarse y verificarse con las telecomunicaciones, con la electricidad, con los hospitales nuevos y de alta complejidad, con las viviendas y soluciones habitacionales en general, con las rutas y los caminos, con el sector nuclear distribuido por el país y su multiplicación en empleo altamente calificado, en medicina nuclear, etc., etc.
LOS LOGROS MÁS IMPORTANTES DE 2014. A mitad de año, la Central Nuclear Atucha II comenzó a generar energía. Desde 1994 que las obras estaban paralizadas (su paralización parcial data de 1987). En agosto, se realizaron con éxito las pruebas del lanzador Tronador II, para poner en órbita satélites propios, y que ya tenemos capacidad de construir, como el de telecomunicaciones ARSAT-1, a su vez lanzado y puesto en órbita en octubre. Entre muchos otros hitos más, no podemos dejar de mencionar la inauguración de la Central Vuelta de Obligado, en la provincia de Santa Fe, que beneficiará a decenas de industrias y millones de hogares, así como también la iluminación (entrada en servicio) del primer tramo de fibra óptica para todos los hogares, industrias, comercios, hospitales y escuelas de San Antonio de Areco.
LA LECCIÓN DE MARTÍN FIERRO. En fin, y sin lugar a dudas, se trata del plan de infraestructura más ambicioso de la historia argentina, plan que acompañó y apuntaló a su vez el período con crecimiento y desarrollo más importante de estos 204 años de vida (¡a pesar de que el diario La Nación quiera demostrar lo contrario contratando a economistas de la Universidad de Harvard!). Está en marcha, y de forma irrefrenable, una geopolítica del desarrollo que nos justifica y consolida como Nación, como Nación de 23 provincias, como Nación de 40 millones de habitantes, como Nación con futuro para las nuevas generaciones, porque persigue un destino de grandeza, porque ha dejado atrás y para siempre las zonceras del modelo agroexportador y la Argentina pastoril, apéndice, atrasada y empobrecida. Por primera vez en nuestra historia desde el General Perón en el siglo XX, y desde el Plan de Operaciones de la Revolución Mayo en el siglo XIX, un presidente miró a la Argentina desde Buenos Aires pero en función de un Estado-Nación que para consolidarse como tal debía encarar un desarrollo equilibrado, que derramara en obras de infraestructura monumentales (porque somos un país inmenso, por más que nos hayan enseñado lo contrario), en ciencia, en tecnología y en la mejora sustantiva de la calidad de vida de nuestro pueblo. Esa visión y esa línea de acción sigue en pie y se profundiza con la presidenta de la Nación. Esa visión y esa línea de acción ya no tienen vuelta atrás, porque se han arraigado en nuestro pueblo, que los defenderá a capa y espada, y que luchará para su profundización, porque como dice Martín Fierro: "se ha de recordar, para hacer bien el trabajo, que el fuego, pa calentar, debe ir siempre por abajo".