El peronismo de Córdoba arrasó en la elección y hundió más a Cambiemos

13 de mayo, 2019 | 00.35

Ni en la mejor época de José de la Sota, el peronismo cordobés se quedó con todo, como pasó hoy con Juan Schiaretti, ese contador hincha de Racing de Córdoba, que el 19 de junio cumplirá 70 años; y en los setenta militó en el Peronismo de Base, luego se exilió en Brasil y en los 90 fue secretario de Industria de Domingo Cavallo, durante la Presidencia de Carlos Menem.

La trágica muerte de De la Sota hace ocho meses en un accidente en la autovía 36, le dejó a Schiaretti el poder total de un peronismo cordobés que siempre jugó a nivel nacional, como lo hará nuevamente ahora.

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El mensaje fue claro para dentro del PJ: “No hay más delasotismo, hay peronismo”, mandó a decir. Y los delasotistas se enojaron. Entonces los dejó fuera de los cargos expectables. Y solos se alinearon tras la figura del gobernador, para no quedar fuera del todo. Como muestra de buen líder, Schiaretti designó candidatas a legisladoras a Natalia de la Sota y a Adriana Nazario, hija y última pareja de su amigo y socio político. Y cerró el delasotismo dentro de su estructura.

Para afuera de Córdoba, mandó otra señal, que tuvo mucho más de simbolismo, que de cosecha militante: desarmó Unión por Córdoba, la alianza conservadora armada por De la Sota para ganar las elecciones de diciembre de 1998 que lo llevaron a gobernar Córdoba seis meses después, el 12 de julio de 1999; y la reemplazó por Hacemos por Córdoba, la misma alianza conservadora, con un barniz progresista que le dio la incorporación del Partido Socialista de su vecino de Santa Fe, el gobernador Antonio Bonfatti y el GEN de la bonaerense Margarita Stolbizer.

También incorporó a Esteban Avilés, el intendente de Villa Carlos Paz, un ex radical y ex aliado a Luis Juez que jugó publicamente a armar un conglomerado progresista y kirchnerista, que finalmente terminó operando para Schiaretti.

Toda esta arquitectura política tuvo un trabajo en paralelo con Mauricio Macri, a quién conoce desde los 80, cuando ambos transitaban los pasillos de SOCMA. Schiaretti como uno de los armadores de Alternativa Federal, le asegura al Presidente mantener al peronismo dividido y esmerilar las chances de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner de regresar a la Casa Rosada. Como contrapartida, Macri operó para romper Cambiemos en Córdoba y facilitar la reelección de su socio estratégico.

Con las sucesivas derrotas de Cambiemos en otras provincias, como ocurrió en las PASO de Santa Fe y La Pampa; o las generales de Neuquén y Río Negro; Cristina ordenó jugar fuerte en Córdoba, el segundo distrito en importancia y de altísimo peso específico en el tablero nacional: horas antes del cierre de listas, le dijo al candidato a gobernador de Córdoba Ciudadana que no compita y baje todas las candidaturas para apoyar las listas de Schiaretti. La idea de asestar una dura derrota a Macri y Cambiemos pavimentaría el regreso del kirchnerismo al poder, o al menos, de tender puentes de unidad del PJ a nivel nacional.

La ruptura de Cambiemos Córdoba, con Mario Negri lanzado con el apoyo del jefe de Gabinete, Marcos Peña; y de Ramón Javier Mestre reclamando dirimir las candidaturas por medio de internas, terminó de facilitar la ruta hacia la victoria schiarettista.

Apoyado en una monumental obra pública que realizó con créditos millonarios tomados cuando el dólar cotizaba a $20; el contador hijo de un obrero ferroviario de la Resistencia Peronista y de una ama de casa montó una inteligente campaña publicitaria, donde no confrontó con la oposición; se negó a debatir con los otros candidatos y le dijo al electorado capitalino que lo mejor era que gobernador e intendente jugaran para el mismo equipo.

Mal no le fue; Schiaretti consiguió 54% de los votos, le sacó 36% de diferencia a su segundo, Mario Negri, que arañaba el 18%. Hace apenas cuatro años, Schiaretti le había ganado al radical macrista Oscar Aguad por 39% contra 34,5%.

Además, consiguió que Llaryora, un vecino de San Francisco que casi no conoce la geografía ni los problemas de los vecinos de la Capital, se convierta en el nuevo intendente con casi 37%, dejando al ex intendente Luis Juez al borde del 20%. Otro logro de Schiaretti fue haber logrado una mayoría casi agravada de la Legislatura provincial: triunfó en los 26 departamentos y de las 70 bancas, estaría consiguiendo entre 52 y 55 escaños.

Este poder, lo sitúa claramente a Schiaretti como un gran elector en las PASO y en las generales de octubre.

En el lado de Cambiemos, en tanto, asimilaron la derrota, y en la Casa Rosada ya trabajan para retener el voto conservador, que esta vez votó a Schiaretti en Córdoba, pero podría votar a Macri dentro de tres meses.