Por Fernando Cibeira
Especial para El Destape
El año electoral no necesitaba ningún elemento extra para elevar la tensión, pero el caso Nisman vino a poner la situación patas para arriba. Si algo se puede coincidir con la segunda carta que hizo pública Cristina Kirchner es que la denuncia del fiscal parecía tener un objetivo más político que jurídico (¿alguien puede imaginar a la Presidenta procesada por encubrir el atentado a la AMIA?), pero su muerte dejó un escenario de consecuencias imprevisibles. Hay consultores que aseguran que, históricamente, los sucesos trágicos de nuestro país no alteraron las tendencias electorales previas. Sin embargo, los primeros datos marcarían una mayor polarización.
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A medida que se desarrolle la investigación de lo ocurrido en la torre Le Parc puede haber cambios en el ánimo de la opinión pública en tanto el hecho deje mejor o peor parado al Gobierno. En principio, el candidato opositor que se posicionó mejor fue Mauricio Macri, quien pegó primero y fue más certero. Criticó el rol de los servicios de inteligencia y aseguró que él, en caso de llegar a presidente, podrá ponerlos en caja. "Que no nos gane el miedo y la resignación", fue la frase-eslogan que tiró. Se presentó de saco y sin corbata, rodeado por su gabinete. "Estuvo bien asesorado. Dio una imagen presidencial al estilo norteamericano. Habló corto, dijo lo que tenía que decir, y no volvió sobre el tema", comentó un experto en campañas.
Desde el kirchnerismo recordaron que justamente fue Nisman quien pidió en su momento el procesamiento de Macri por las escuchas telefónicas a familiares de las víctimas del atentado, pero el dato no cambió la percepción. Según los números de la encuesta que la consultora de Enrique Zuleta Puceiro terminó de procesar esta semana, Macri experimentó un ligero repunte en intención de voto que lo pone en la pelea en primera vuelta con Daniel Scioli, el candidato del Frente para la Victoria mejor rankeado.
Luego de aquella jugada contra la reforma del Código Penal en la que obligó al resto de los candidatos opositores a seguirlo, Sergio Massa perdió el timing. Desde entonces las cosas que propone no pegan y en los temas que importan entra tarde. Así pasó en este caso. Salió un día después que Macri –Massa encuesta permanentemente todo y debe haber visto que algo malo le estaba ocurriendo- y lo hizo de manera sobreactuada. Lo de pedir ser querellante en la causa por encubrimiento del atentado ni siquiera lo pudo explicar muy bien. "Para que la sociedad se sienta representada", dijo. En la Casa Rosada deslizaban que los problemas de Massa con este caso tenían que ver con los estrechos vínculos que armó con el espía Jaime Stiuso durante su paso por la jefatura de Gabinete.
Daniel Scioli optó por un deliberado bajo perfil. Primero hizo un protocolar pedido para que se deje actuar a la justicia y criticó a quienes buscaban sacar provecho del asunto. Demasiado distante, después también se sumó a los que opinan que debe modificarse la estructura de los servicios de inteligencia. A la reunión del PJ llegó tarde y se colocó en segunda fila con cara de circunstancia en la foto de cierre, cuando se leyó el duro documento en respaldo a la Presidenta. Luego, algunos de sus operadores llamaron a los diarios opositores para asegurar que el gobernador no estaba de acuerdo con todos los puntos del documento, en especial que existiera un plan desestabilizador contra el Gobierno. Por ahora le viene dando resultado. En la encuesta Scioli no aparece asociado a la Casa Rosada por este caso al tiempo que se mantiene, lejos, como el aspirante oficialista con mayores posibilidades. En un ambiente polarizado por una muerte inesperada, Scioli y Macri quedaron mejor parados. Pero es la foto de hoy y el tema todavía dará mucha tela para cortar.