Aunque Cambiemos haya señalado a la baja de inflación como una de sus promesas de campaña más importantes, no sólo los resultados fueron opuestos, sino también el camino recorrido para lograrlo. La extrema suba de la tasa de interés no pudo estabilizar al dólar ni tampoco detuvo el incremento de precios, producto del enfriamiento de la economía.
Es evidente que el equipo económico que encabezan Nicolás Dujovne, ministro de Hacienda, y Guido Sandleris, presidente del Banco Central (BCRA), optaron por elevar la tasa de interés por el cielo como instrumento de control. En el último tramo de la gestión Cambiemos, el signo de variación de la tasa se cambió siete veces, cuando ni la región o el Banco Central Europeo, por ejemplo, hicieron modificaciones en este aspecto en los últimos tres años.
Esto fue bajo la excusa de bajar la inflación, aunque el objetivo real fue (y es) mantener estable el tipo de cambio. La perspectiva neoliberal y monetarista que reina en Cambiemos proyectó calmar al mercado al establecer un esquema de timba financiera en pesos.
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Efectivamente, la especulación de títulos de deuda como las Lebac o las Leliq engrosó los bolsillos de varios inversores en cifras inimaginables. Sin embargo, ni los precios disminuyeron por la baja de la base monetaria, ni tampoco se logró contener la escalada de la moneda estadounidense.
El plan resultó un estrepitoso fracaso y la desorientación del presidente Mauricio Macri es alarmante. Sólo en los últimos dos meses hubo cambios en:
- Objetivos de Base Monetaria.
- Intervención en el mínimo de la banda cambiaria.
- Venta de dólares provenientes del préstamo del FMI por parte del Tesoro.
- Licitaciones de Leliqs.
- Porcentaje de integración de Leliqs para bancos (100% de los depósitos).
- Tasa de interés mínima.
En mayo, de no haber un volantazo de 180 grados, se cumplirá un año con tasas reales promedio por arriba del 30%. El término “real” hace alusión a la diferencia entre el tipo de interés nominal y la inflación registrada en el mismo período, que fue la más alta en 27 años.
Hoy por hoy, Argentina registra el nivel de tasa más alto del mundo con el 66,82%. En la región, incluso supera a la devastada Venezuela, que se posiciona segunda en el ámbito internacional con el 40%.
Desde Cambiemos defienden esta política monetaria por el hecho de que con una inflación anual del 50%, el interés real no es del todo desproporcionado. Es decir, con la excusa de un hecho tan lamentable como la estrepitosa suba de los precios se justifica la fijación de la tasa en ese guarismo.
No solamente eso: la variable a comparar para establecer el interés no es la inflación pasada, sino la futura esperada. El último Relevamiento de Expectativas de Mercado difundido en marzo por el BCRA proyectó un ascenso de precios del 30,7% para los próximos 12 meses.
De esto se desprenden dos cuestiones: o el Gobierno estima una inflación mucho mayor o el modelo de especulación financiera prevalecerá todo el año a pesar del costo político que puede generar este esquema monetario en un año electoral.