Hay un hilo que une los despidos en Techint, Mirgor, el cacerolazo del lunes pasado, un llamado a la desobediencia fiscal que circuló entre los celulares de un grupo de empresarios vinculados al gobierno anterior, el endurecimiento de los términos con los que algunos columnistas de medios mainstream evalúan la gestión de la pandemia, un éxodo masivo en el grupo de whatsapp del interbloque de Juntos por el Cambio en la cámara de diputados y el regreso de Marcos Peña a la actividad, después de un trimestre sabático en Sudáfrica.
El final de la grieta cayó en la grieta: la foto de Alberto Fernández trabajando junto a Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof llevó a Mauricio Macri a tomar la decisión de polarizar con el gobierno en un momento tan delicado. Ese es el diagnóstico en el que coinciden cerca del Presidente y del alcalde porteño, al menos. Se trata de consolidar un núcleo duro, pero también de una reacción al rol protagónico como referente de la oposición que Rodríguez Larreta mostró en las últimas semanas. Se adelantó interna para el 23.
La decisión de Techint de informar, en vísperas del final de la primera etapa de la cuarentena, el despido de 1450 trabajadores fue leído en la Casa Rosada como un apriete, al igual que los despidos en Mirgor, una empresa del amigo y socio del expresidente, Nicolás Caputo. Cuando quedó claro que no podrían a torcer el rumbo del gobierno obligando a Fernández a tomar partido en la falsa dicotomía entre salud y economía, las empresas comenzaron a ajustar por mano propia. Lo que se discute es quién pagará los costos de esta crisis.
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Cuando el Presidente le respondió a la empresa de Paolo Rocca, acusando al dueño de la principal fortuna del país de “miserable”, sin nombrarlo, los trolls del macrismo, que habían permanecido inactivos durante el verano, desplegaron un ataque coordinado, con tanta impericia que un detalle dejó en evidencia la maniobra. El hashtag que cargaron en las cuentas automatizadas tenía un error de tipeo. #AlbertoElMiserbleSosVos se replicó miles de veces, exponiendo la mano detrás de esa tendencia.
Algunos columnistas que marcan la línea de los principales medios que fueron oficialistas durante el mandato de Macri hicieron la tarea complementaria, sacando de contexto la advertencia de Fernández a Paolo Rocca para interpretarla como un mensaje contra todos los empresarios de pequeñas y medianas empresas. Los mismos que durante la tarde del lunes leían al aire la convocatoria a un cacerolazo para esa misma noche, con la consigna de pedir a los políticos una rebaja de sueldo.
La idea retoma un anuncio que hizo el uruguayo Luis Lacalle Pou y que fue muy celebrado por Macri en mensajes que compartió durante el fin de semana con sus colaboradores. La convocatoria se realizó a través de las redes sociales, de nuevo con ayuda de trolls y otra vez cometiendo un error: el horario original era las 21, a la misma hora que el aplauso de reconocimiento al personal de salud que se hace cada noche. El hashtag era #21hcacerolazo hasta que se dieron cuenta y lo cambiaron por #Cacerolazo a secas.
A la mañana siguiente, la usina de militancia digital de Peña ya preparaba la siguiente protesta. Un mensaje de whatsapp que se viralizó entre simpatizantes macristas indicaba: “ATENTOS TODOS SALIMOS AHORA EN TWITTER Y TODAS LAS REDES” invitando a tuitear la convocatoria a un nuevo cacerolazo para el próximo domingo a las seis de la tarde. El mismo horario que el programa de TV especial organizado por el gobierno y protagonizado por la primera dama, Fabiola Yáñez, con el objetivo de juntar fondos para paliar la crisis.
Entre las consignas para el próximo cacerolazo, el instructivo destaca: “Que el gobierno nacional nos escuche como lo hizo con la suspensión de clases”; “Reducción de sueldos del poder ejecutivo, judicial y legislativo de un 30%” y “creación de fondo solidario”; “Descentralización y toma masiva de tests del COVID-19” y “permiso a los laboratorios privados para la fabricación de insumos para los kits” y “Excepción universal del pago de impuestos” para los “períodos de abril y mayo a monotributistas y PyMEs”.
El mensaje lleva la firma de Banquemos, una organización referenciada en Peña que se autodefine como “agrupación política contenida en la coalición Juntos por el Cambio y con presencia en todo el país”. Entre los logros en su haber está la convocatoria, a través de las redes, al acto en homenaje a Alberto Nisman este verano, del que se negaron a participar su ex mujer, sus hijas y sus compañeros fiscales. Sí, hubo, en cambio, esa tarde, una nutrida comitiva política, encabezada por Waldo Wolff, Patricia Bullrich y Fernando Iglesias.
En el gobierno vinculan también al ex jefe de gabinete con un mensaje que circuló entre teléfonos de un grupo de empresarios convocando a la desobediencia fiscal. “A partir del 1 de abril, suspendamos por 90 días la presentación y pago de los Impuestos más regresivos que tenemos: Impuesto a las Ganancias, IVA e Ingresos Brutos. Suspendamos el pago de autónomos y monotributo. Si todos juntos nos sumamos a 90 días de abstinencia fiscal, el Estado sentirá el poder generador de nuestro aporte", propone el documento anónimo.
No pasó ni una semana desde que Macri manifestó la necesidad de “acompañar” las medidas que está tomando el gobierno en el marco de la crisis durante una teleconferencia con la cúpula de Juntos por el Cambio. Sin embargo en estos días, varios referentes opositores plantearon públicamente sus diferencias con las decisiones que toma Alberto Fernández. Particularmente, Patricia Bullrich, titular del PRO, se puso al frente de los reclamos en una serie de posteos que subió a su cuenta de Twitter.
Este endurecimiento del ala más dura de la oposición no responde tanto a una cuestión electoral. En un momento en el que dos semanas parece un larguísimo plazo, no tiene sentido proyectar lo que puede suceder en octubre del año que viene. Sí fue una respuesta a los aplausos que recibió Fernández el domingo en barrios donde hace poco votaron masivamente a Macri. Pero sobre todo fue una reacción del expresidente al crecimiento de quien supo ser su colaborador más estrecho y hoy es la amenaza que más lo preocupa.
La interna entre Macri y Rodríguez Larreta comenzó el 10 de diciembre pero se intensificó cuando la llegada del coronavirus le dio al jefe de gobierno porteño la excusa perfecta para distender una relación compleja con el gobierno nacional que no le retribuía ningún beneficio. Las tensiones aún no salen a la luz pero se evidencian en hechos como la designación de Martín César, un hombre de confianza larretista, al frente de la Juventud del PRO, un espacio en el que históricamente mandaba Peña.
En esta pelea, Rodríguez Larreta sumó una aliada inesperada: Elisa Carrió, que muchas veces había cargado con su artillería verbal contra el jefe de Gobierno, salió ayer en las redes a respaldarlo. El enojo de la exdiputada pasa por otro lado, y tiene que ver con decisiones inconsultas que se toman en el interbloque de diputados de Juntos por el Cambio. Allí, la tensión escaló tanto que los representantes de la Coalición Cívica abandonaron ayer en estampida el grupo de chat que comparten con el resto de los legisladores cambiemitas.