La historia entre Juan Román Riquelme y Mauricio Macri en Boca Juniors está cargada éxitos deportivos, acusaciones cruzadas, declaraciones filosas y operaciones mediáticas. Sin embargo, el momento más emblemático de la relación entre ambos fue el 8 de Abril de 2001, partido en que Boca enfrentaba a River en la Bombonera.
La relación de Román con la dirigencia xeneize no podía estar más tensa. Sus allegados argumentaban que el ídolo se sentía "ninguneado" porque el entonces presidente y su entorno no lo reconocían "como debían".
Los encargados de la transmisión del Superclásico no eran ajenos a ese duelo entre el último diez y el ex presidente de Boca. El director de televisión contraponía los planos de Riquelme, a punto de patear un penal, y Mauricio Macri, que observaba nervioso desde en un palco.
Tras marrar el penal y convertir en el rebote, Román corrió desesperado, sacándose de encima a los compañeros que lo buscaban para festejar, hasta llegar frente al palco de Macri e hizo un gesto que quedó para la posteridad del fútbol mundial. Con las manos en las orejas y mirando fijo a quien supuestamente no lo reconocía, se quedó firme mientras miles de hinchas deliraban por el segundo gol de Boca en esa noche.
Al ser consultado por el festejo, Román dijo a la prensa: "¿El festejo? No fue nada, es para mi hija Florencia que le encanta el Topo Gigio". Una vez más validaba su carácter de estratega dentro y fuera de la cancha.