La medición de pobreza utilizada por la presidenta Cristina Kirchner y defendida por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández,
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Según el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), conformado por economistas de tendencia heterodoxa que hacen una evaluación positiva de la administración kirchnerista, la cifra de pobres se ubicó a fines de 2014 en un 16,1%, 2,2 puntos porcentuales por encima de lo que se había alcanzado en 2013. En tanto, sus cálculos hacen saltar la indigencia del 1% que sostuvo la presidenta en su discurso hasta el 5,1%.
El cálculo del CESO tiene picos del 26,3% de pobreza en el noreste argentino y del 18,3% en el noroeste, mientras que la Patagonia es la más beneficiada con un 8,9% que desinfla el peso de la cifra global. Por su parte, la región metropolitana asciende hasta el 16,8%, Cuyo llega al 13,8% y la región pampeana se ubica en el 13%.
Estas cifras se desprenden del cálculo de la Canasta Básica Alimentaria y Canasta Básica Total (que establecen las líneas de indigencia y pobreza) con los aumentos de precios dados por las provincias, índice que el actual ministro de Economía, Axel Kicillof, utilizaba en sus años de investigador en el CENDA. Con este tipo de corrección del cálculo que utilizaba el Indec hasta discontinuar la comunicación de la pobreza, el instituto CIFRA, de la CTA oficialista, llegó a un 17.8% en la cantidad de pobres en el país hacia fines de 2014.
El contraste entre lo dicho por el Ejecutivo y otros índices es todavía más alto cuando se toma en cuenta lo dicho por analistas de tendencia contraria a la gestión kirchnerista. Por ejemplo, la comisión técnica de ATE de los ex trabajadores del Indec - desplazados por la intervención del ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno - calcula que un 25,1% de los argentinos eran pobres en diciembre pasado. Además, otras mediciones privadas que toman inflaciones más altas llegan a tocar picos del 27% en la pobreza total.
Cuando el gobierno discontinuó la medición de pobreza apuntó a problemas de empalme entre el índice y el nuevo IPCnu, que el gobierno lanzó para evitar sanciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Cuando se dio el quiebre, desde el Indec apuntaban que había una discusión activa con el ministerio de Economía sobre la posibilidad de abandonar el "enfoque monetarista" de calculo de pobreza por ingresos para pasar a tener en cuenta "factores de caracter social y de infraestructura" en un nuevo indice. Sin embargo, esa discusión nunca tuvo un resultado y estiró más de un año y medio el silencio oficial en cuanto a las cifras de pobres e indigentes.
La tensión se reavivó cuando el economista estrella Thomas Piketty visitó el país y, luego de reunirse con Kicillof y ser halagado por Cristina, sostuvo que "es útil incluir diferentes dimensiones para tener un panorama más amplio de medición de la pobreza, pero cualquier tipo de análisis sobre la cuestión tiene que ser acompañado siempre por una medición por ingresos". En esta línea, agregó que un gobierno que quiere mostrar un perfil progresista "no debería temerle a los datos estadísticos". Semanas después de eso, el ministro de Economía opinó que una medición clásica de la pobreza tenía un caracter "estigmatizante".