El daño de José López a la democracia

15 de junio, 2016 | 13.58
Cualquier robo es dañino para una sociedad, el de guante blanco y el callejero, porque rompe las bases mismas del contrato social y ataca los principios morales básicos que rigen la convivencia. Pero el robo del funcionario público es infinitamente peor, porque es todo lo contrario de lo que está llamado a hacer: cuidar los bienes de la población.

Hay un enorme debate por las repercusiones políticas del claro caso de corrupción de José López.

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Los que dicen que todos los políticos son corruptos ponen en peligro lo mejor que tenemos: la democracia; los que sostienen que todo el peronismo es corrupto también ponen en peligro la democracia, porque representa al menos a la mitad de la sociedad.

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Eso no significa reducir todo a López. Hay que investigar para arriba, para abajo y para los costados. Pero sin destruir lo más preciado de la sociedad que es el sistema democrático.

El caso López tendrá un enorme costo social si no se hace justicia. Y también lo tendrá si se sostiene el cinismo de no hablar de la contra parte privada que pactó y negoció con López la obra pública que lo enriqueció.

"El caso de López le saldrá caro al pueblo, porque tapará por meses el robo institucionalizado que significa sacarle al pobre para darle al rico"

Además, el hecho sale a la luz en un momento en que se está discutiendo si la legitimidad del 51 % que recibió el presidente Mauricio Macri en las elecciones lo habilita a realizar esta dramática transferencia de recursos de los trabajadores al poder económico. El robo de López le quita legitimidad moral ante la sociedad al reclamo de mayor justicia social del peronismo, aún si López fuera el único involucrado. El robo de López pone legítimamente en duda la vocación de justicia social del peronismo. Ahora tendrá el desafío de recobrar la confianza social.

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Un partido popular, además de buscar la justa distribución de la riqueza y de poner el Estado al servicio de los más necesitados, debe dar un ejemplo de austeridad frente a la pobreza de su pueblo. Los movimientos populares no pueden caer en la tentación de justificar la corrupción bajo el pretexto de que la derecha cuenta con el apoyo económico directo de los empresarios.

El caso de López le saldrá caro al pueblo, porque tapará por meses el robo institucionalizado que significa sacarle al pobre para darle al rico. Hace dos meses se le subieron brutalmente las tarifas a la población. Hoy el Congreso le quitará 3 de los principales impuestos a los ricos.

Pero, inevitablemente, hablaremos de López. Y está bien que lo hagamos, porque a una sociedad empobrecida el robo le duele. Y porque si no lo condenamos como corresponde, sienta las bases para que la corrupción se incorpore como parte del paisaje social y nos empobrezca a todos social y moralmente.