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"La crisis llega más rápido a las villas", sentencia el impactante informe, que da cuenta de cómo el ajuste pega en el trabajo de los hombres, por el parate de la construcción principalmente, y en el de las mujeres, muchas de ellas empleadas domésticas cuyos jefes las contratan por menos horas como forma de recortar gastos y adaptarse a la nueva coyuntura.
En la villa Rodrigo Bueno, cerca de la Reserva Ecológica, hay cuatro comedores y se piensa abrir otros dos para hacer frente a la creciente demanda. "Yo lo voté a Macri, pero esto no anda bien. Antes se veían asados por todas partes, ahora comemos carne una vez por semana", relató Diana, una habitante de ese barrio carenciado.
Otro habitante, Luis, manifiesta que la actual "crisis" es "como una llovizna": "Un día no quedan más bizcochos, empezás a ver que los chicos se abalanzan sobre la comida. Así empezó todo en 2001. De pronto vamos a ver ollas populares y eso indica que ya empieza a llover".
Al final, el matutino madrileño concluye: "Muchos confían, pero en las villas y los barrios pobres argentinos la paciencia está empezando a agotarse."
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