El Banco Central recibió la autorización del FMI para vender todas las reservas que considere necesarias para intentar contener nuevas corridas cambiarias cuando la cotización sea inferior a los $ 51. A partir de esto, dejó de informar la variación de las reservas para esconder los dólares que licúa en cada jornada. Esta movida inédita está atada a que la autoridad monetaria que preside Guido Sandleris ya perdió la mitad de los verdes del último giro del FMI.
Por una “decisión de estrategia cambiaria”, el BCRA no comunica desde el lunes cuánto bajan (o suben) sus activos. Esta decisión esconderá las intervenciones en la plaza del dólar mayorista. Según dijeron los funcionarios a El Destape, les permitirá operar con mayor discrecionalidad, ya que no se podrá distinguir los extravíos de divisas por la rifa de billetes en el mercado con el pago de deuda o con la menor valuación por una merma en el precio internacional del oro.
El corolario más temido es que podrá dilapidar todas las reservas netas hasta dejarle un Central vaciado al próximo gobierno. Y es la precisa razón por la que el PRO tomó este paso tan irresponsable, que nunca en la historia se había tomado, según recordaron tres ex titulares del organismo a este medio.
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Sandleris aplicó este cambio el día en que se desvanecieron U$S 154 millones respecto de la rueda anterior. Más aún, en nada más que tres semanas, cuando recibió la cuarta transferencia del Fondo, perdió U$S 5.737 millones. Esto representa la mitad de los de los U$S 10.835 millones que llegaron ese 9 de abril.
Mauricio Macri se mueve con manotazos de ahogados desde que el año pasado firmó el crédito con el FMI porque Wall Street le cerró el flujo de préstamos. Allí ató sus políticas económicas a los humores de su directora gerenta, Christine Lagarde.
El aval del organismo multilateral de crédito para rifar las reservas llega tarde y sólo servirá para fondear y acelerar la fuga de capitales, que en marzo alcanzó los U$S 1.771 millones.
Las políticas para tratar de contener la corrida cambiaria, sumada al desesperado e inútil intento de frenar la inflación con Precios Esenciales, demuestra que el PRO no entiende de economía. El riesgo radica en que sigan aplicando parches infructuosos para reparar los daños del manual ultraliberal que siguen, que sólo significa un mayor inestabilidad económica y una aceleración en la concentración de la riqueza en el 10% de la población para quienes gobiernan.