Mauricio Macri le dejará a Alberto Fernández una economía en crisis y un Estado mega endeudado. En lugar de utilizar los préstamos del exterior por más de U$S 100.000 millones para mejorar la competitividad argentina o realizar obra pública, se destinó casi exclusivamente en la fuga de capitales. Además, Cambiemos se irá con un déficit fiscal casi idéntico al de 2015 y una profunda recesión económica.
Desde diciembre de 2015 hasta septiembre de este año, el pasivo externo se incrementó en U$S 103.808 millones a un paso constante, que se desaceleró levemente en los últimos meses. En el primer año, el Gobierno incrementó el pasivo en U$S 31.026 millones y el segundo en U$S 68.901 millones.
De todas las divisas que se consiguieron por el aumento de la deuda en dólares y euros, U$S 93.667 millones salieron del sistema financiero argentino a un ritmo similar. Ese monto que equivale al 90,1% del pasivo externo contraído. La excepción fue entre finales de 2016 y principios de 2017, cuando el blanqueo de capitales mitigó la fuga.
“Como en todo régimen de acumulación basado en la valorización financiera, la deuda no se contrae para obras de infraestructura sino para garantizar las divisas que se requieren para la fuga de capitales”, analizó Cifra en su último informe, en el que hizo un resumen de la gestión casi concluida del macrismo.
Contrario a lo que alega Macri, el mega endeudamiento tampoco sirvió para reducir el negativo de las cuentas públicas y cerrará este año en una cifra muy cercana a la última de Cristina Kirchner. El déficit primario (ingresos menos gastos corrientes) era del 3,8% del PBI en 2015, pero el financiero (que contabiliza el flujo de capital) fue del 5,1%, de acuerdo al Centro de Información y Formación que orbita la CTA.
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El rojo primario se convirtió en un leve superávit de 0,2% en los primeros nueve meses de 2019. Sin embargo, el gigantesco pasivo provocó que por el pago de los intereses, el déficit fiscal total ascienda al 4,7% del PBI.
Esto sucedió pese al recorte del gasto público, que podría llegar a considerarse “gradualismo” sólo en los dos primeros años y se convirtió en agresivo en la etapa final. En 2015, el gasto primario se redujo 1,5% en términos reales y en 2016, 3,2%. Desde la suscripción del acuerdo con el FMI en 2018, las caídas fueron muy superiores: 8,9% en 2018 y 10,5% en los primeros nueve meses de 2019.
Así, el ajuste total alcanza aproximadamente a 24% en los cuatro años de gobierno. La reducción se sustentó en la obra pública, las transferencias corrientes a las provincias, los salarios de los empleados públicos y las prestaciones sociales, según detalla el reporte.
Como consecuencia de esto y el resto de las políticas destinadas a enfriar la economía, se deterioraron significativamente los ingresos reales. Aquí impactó también la baja de los impuestos de la clase alta, como las modificaciones en el impuesto a las ganancias y en el de bienes personales y la disminución de las retenciones a las exportaciones.
Macri se irá con una profunda recesión económica. La actividad acumuló una caída del 5% del producto y del 8,8% en el PBI per cápita en el segundo trimestre contra el mismo período de 2015. Esto estuvo explicado justamente por la reducción del consumo privado (-6,2%), de la inversión (-13,8%) y de la producción industrial (-13,3%).