Desde la aparición del petróleo se suele decir que los países que lo tienen en su territorio están bendecidos por el llamado “oro negro” que brota de la tierra. Pero también se dice que están maldecidos. Su explotación permite generar divisas que bien utilizadas pueden ser una “bendición” para desarrollar una economía pujante. Pero su generosa renta también puede ser un freno a la diversificación y a la dependencia de alimentos y bienes de consumo que se importan de otros países.
Jugando con la metáfora del petróleo uno se podría preguntar si el Fondo Monetario Internacional es una bendición o una maldición en América Latina.
Por un lado, cuando el FMI aporta ingentes recursos a un país el gobierno que recibe la inyección monetaria argumenta que es una “bendición” que servirá para el desarrollo general y muy en particular para los sectores más humildes, un argumento que nunca falta en las declaraciones del Fondo. Y la tentación de recibir dinero fresco es grande.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Sin embargo, por el otro, la ayuda viene acompañada de planes de ajuste siempre adornados con eufemismos que suelen esconder que estos planes afectan, justamente, a los sectores más humildes y que termina transformando la “bendición” en “maldición”.
En los últimos dos meses América del Sur ha conocido dos revueltas populares en contra de las políticas del Fondo Monetario Internacional. La primera fue el 11 de agosto en Argentina y se manifestó en las urnas, en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, castigando al gobierno de Mauricio Macri, “bendecido” por un gigantesco préstamo de casi 60.000 millones de dólares.
El rechazo electoral al presidente Macri estuvo en consonancia directa con los planes económicos implementados desde que asumió en diciembre de 2015 y elogiados por el Fondo. Cuando todo parecía ir viento en popa Macri incluso dijo que esperaba que “toda la Argentina se enamorara de Christine Lagarde”, en ese entonces directora del organismo.
La segunda revuelta fue en Ecuador, que también recibió la ayuda del Fondo este año. Sin procesos electorales a la vista, miles de personas salieron a protestar en las calles contra un “paquetazo”, una serie de medidas que el presidente Lenín Moreno anunció y que fueron elogiadas inmediatamente por el FMI. El Fondo en un comunicado señaló que incluía “decisiones importantes para proteger a los pobres y más vulnerables”. Sin embargo, durante las protestas apareció señalado como uno de los responsables de la crisis.
Se cierra un año con fuertes críticas al FMI, se podría decir que ahora más maldecido que bendecido.