Hace menos de un año el Presidente imaginaba transitar un 2018 estable, como preludio de su segura reelección, con una tasa de interés flotando en torno al 20% y el valor del dólar en $20. Así, la parafernalia comunicacional del oficialismo acuñó el término el “plan 20/20” que sintetizaba ese comportamiento venturoso de las principales variable de la economía.
Pero “pasaron cosas” como explicó con precisión el propio Macri y el dólar se ubica en $36 y la tasa de interés de las letras monetarias que emite el Banco Central en 67%. Redoblando la presión a lo largo del año de un ajuste de la economía real tan duro como infructuoso, los comunicadores lanzaron a la calle el amigable slogan “Plan Doble Cero” para graficar la contracción monetaria con cero emisión primaria de dinero y el rudo recorte fiscal con cero déficit.
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El impacto sobre la economía real comenzó a reflejarse en los indicadores de mediados de año con caídas que no expresan un “segundo semestre” esperanzador, período icónico del Gobierno: el estimador mensual de actividad industrial tuvo un-11,5% septiembre 17/septiembre 18 y acumula un -2,1 interanual; el estimador mensual de actividad económica general cayó -1,6% agosto 17/agosto 18 y acumula un -0,9% interanual; y el segundo trimestre del PBI presenta un -4,2% respecto del segundo trimestre 2018, acumulando una baja interanual del -0,5%. Pero “lo peor no pasó” y se esperan guarismos mucho más negativos para el último trimestre del año, con el “Doble Cero” implementado a fondo.
Ahora bien, la pregunta a formularse es si esta destrucción de la base material de la Argentina anuncia una estabilización perdurable de las variables de la economía. Un “plan 35/35”, por ejemplo.
Repasemos algunos resultados de los 45 días de gestión del flamante Presidente del Banco Central, Guido Sandleris, nueva estrella fulgurante del equipo económico, que asumió en reemplazo del astro de la “Champions League” Luis Caputo luego que éste rifara el primer desembolso del FMI de u$s 15.000 millones en tres meses.
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Veamos primero la evolución de las reservas internacionales del ente rector. El día de su asunción, el 26 de septiembre, eran de u$s 49.568 millones y el último dato disponible del 7 noviembre habían cerrado en u$s 53.376 millones.
Detrayendo el segundo desembolso del FMI por u$s 5.631 millones, las reservas en lo que va de la gestión Sandleris disminuyeron, netas del aporte del organismo multilateral, u$s 1.823 millones. Bastante menos que con Caputo pero evidencia que el “shock” de confianza de los mercados que recomponga la oferta privada de divisas aún no se produjo.
Observemos luego el comportamiento de la tasa de interés y del valor del tipo de cambio. La tasa de emisión de las denominadas Letras de Liquidez que emite el Banco Central era el 43,35% en agosto. En septiembre, con la llegada del nuevo Presidente del Ente Rector, alcanzaron el 60,5% y en último corte fue de 66,6%. A su vez, el dólar de referencia cotizaba el 26/9 a $38,7 y el 7/11 a $35,5.
Hasta ahora con Sandleris, la tasa de interés subió 61 puntos básicos, un 10,1% y la cotización del dólar disminuyó un 8,3%. El comportamiento de ambas variables, al igual que la evolución de las reservas internacionales, también exhibe una estabilización débil. Porque si bien el tipo de cambio bajó, lo hizo a costa de asegurar una ganancia promedio del 15% en dólares a los inversores financieros a lo largo de estos 45 días, rentabilidad insostenible en el tiempo.
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En suma, ni el nuevo acuerdo con el FMI materializado en un desembolso importante, ni una fuerte renta financiera en dólares, convence a los agentes económicos de ingresar masivamente divisas para estabilizar el sector externo, reducir significativamente la tasa de interés y dejar de quebrar a la economía real.
Hay quiebra de la economía real y no hay estabilización sustentable porque los mercados no confían a pesar del Doble Cero. Entonces, sólo queda un puñado de agentes económicos que usufructúan la renta primaria y financiera de la Argentina a los que el Gobierno y el FMI convalidan y a los que la oposición no atina a frenar.
La Nación ha quedado reducida a un escenario de negocios como único objetivo de política económica. La discusión es como consolidan ese esquema a largo plazo, no otra.
A medida que la promesa recurrentemente incumplida de futuro mejor deja de ser creída por vastas capas del pueblo, la democracia se angosta. El periodista Alejandro Bercovich, en su columna semanal en BAE, refería una conversación con un operador del City en la que éste estimaba que si se encarcelaba Cristina el riesgo país descendía 200 puntos básicos en un día. “El riesgo es ella” afirmaba el financista.
Neutralicemos a la única líder real de oposición y seguimos ganando plata tranquilos parece ser el mensaje.