El siglo XXI nos trajo una mochila cargada de historia común, compartida, de luchas entre derrotas y triunfos, que nos hicieron portadores de sueños y desafíos que no encuentran fronteras. Por eso mismo, en un día tan cargado de memoria, no queríamos dejar pasar un ápice para abrazar la causa de los derechos humanos con la bandera de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo que han destinado su vida en pos de la paz y la dignificación, dándonos a todos y todas en el mundo entero la identidad que buscan en cada uno de los nietos apropiados.
Hace unos días atrás tuvimos el honor de compartir unas horas con Aleida Guevara en la ciudad de Asís, y fue ella la que desde su voz de mujer luchadora nos inyectó aún más esas fuerzas de las palabras de su padre y de la esencial premisa que invita a no bajar los brazos porque la única batalla que se pierde es la que no se lucha.
El mundo entero abraza a las Abuelas de Plaza de Mayo porque fueron esas mujeres las que dieron batalla por la dignidad de un pueblo que la reclamaba. Y no basta agradecerles con las palabras sino más bien con los hechos, con el accionar diario para potenciar los derechos sociales obtenidos, la libertad de pensar distinto en pos del fortalecimiento democrático, y de dar conciencia colectiva para enfrentar los intereses de los pocos que no quieren ver la felicidad proyectada en la sonrisa de los más humildes.
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Argentina es una Nación que aportó mucho al cambio social en el mundo. Fue allí, en esa Plaza de Mayo, donde años atrás comenzaba el movimiento mundial “Ni una menos”, y también fue una mujer la que dio vuelta la página de las injusticias para poner en jaque al capitalismo foráneo y dar lugar al caminar de los más vulnerables. Evita es un símbolo mundial, y que este año nos encuentra celebrando su centenario en un mundo que reclama aun por los derechos de igualdad y de justicia social.
Las mujeres se han transformado en nuestro norte, su potencial natural no es una condición de reproducción biológica sino más bien de reproducción de pensamiento progresista y a la vanguardia de la inclusión y el derecho a la dignidad.
Italia, que es un pueblo de historias de lucha, abraza a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, invoca diariamente a ellas en los jóvenes que buscamos un desarrollo social inclusivo y por medio de la paz, y no se hace al costado de las demandas sociales. Una juventud que acompaña en la búsqueda de justicia por los crímenes de lesa humanidad que aquí se llevan aún adelante. Una juventud que también suma su voz reclamando por la libertad de Milagro Sala.
En una jornada de Memoria, Verdad y Justicia, acompañamos la lucha que ya hoy es un sueño colectivo. Caminamos, como diría el escritor rioplatense hacia la Utopía del horizonte que aunque se aleje nos permite continuar.
Mujeres como ellas son el ejemplo de que el convencimiento de ideas por el bien común son más fuertes que cualquier arma, que cualquier mentira multiplicada. Sobre esa verdad plural caminamos y hacia un mundo de todos vamos paso a paso. Gracias por haber dado nombre al siglo que vivimos.
*El autor es coordinador nacional de la Juventud Comunista
Partito della Rifondazione Comunista, Italia.
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