Un gran dilema alrededor de Juan Domingo Perón no tiene que ver con el mundo de la política, sino con una incertidumbre para todo el ambiente futbolero. El mito vincula su afecto con dos grandes clubes argentinos, pero pareciera que el misterio finalmente se resolvió.
La relación con Racing comenzó durante su primer mandato presidencial (1946-1952), más específicamente el Presupuesto Nacional de 1947 y la autorización al Poder Ejecutivo a otorgar créditos para la construcción de instalaciones deportivas. Fue entonces cuando los dirigentes de La Academia accedieron a un préstamo de 3 millones de pesos (una fortuna para la época) para la edificación del Cilindro.
El estadio, un gigante con capacidad para 100 mil personas, fue inaugurado el 3 de septiembre de 1950, en la victoria por 1-0 sobre Vélez. Ese año Racing fue bicampeón; al siguiente, tricampeón. Pero el torneo de 1951 no fue uno más: la final fue contra Banfield, el favorito de Evita por ser el más humilde.
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Desde entonces, quedó instalado en el mito argentino que Perón era de la Academia. Pero Antonio Cafiero, recordado militante peronista, funcionario y amigo personal del General, echó por tierra esa versión en 2009: “¡Era de Boca! Lo que pasa es que no lo decía porque, evidentemente, cuidaba a las demás hinchadas de los otros clubes”, dijo en Radio El Mundo.
Existe una imagen que parece corroborar el testimonio de Cafiero. Es del 19 de julio de 1953. En ella, Perón salta de su asiento para celebrar la remontada de Boca ante River, un 3-2 definitivo con gol de Roberto Oscar Rolando a cuatro minutos del final.