Lo vemos en cada universidad, pública o privada: estudiantes jóvenes que se reciben de sus carreras luego de muchos años de estudios y esfuerzo, con una gran ilusión por dedicarse a lo que les gusta, pero un obstáculo constante se pone enfrente: no hay trabajo.
Esto no sólo sucede en Argentina, sino que es una problemática que se extiende a lo largo y ancho de toda América Latina. Las generaciones más jóvenes paradójicamente son las que más formación superior tienen, pero las que menos trabajo consiguen.
El drama del desempleo no los abandona, y muchos deben dejar atrás sus deseos por dedicarse a las carreras a las que dedicaron años y dinero con sus estudios. El problema es incluso más notorio en las mujeres jóvenes, que sufren una doble discriminación por el llamado "techo de cristal".
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