La jugadora de la Selección Femenina de Básquet Adaptado Mariana Redi reveló las maniobras de la Agencia de Deporte Nacional (ADN) para recortar becas y denunció que "hay una discriminación con el deporte adaptado".
El DNU de Mauricio Macri, que convirtió a la Secretaría de Deportes en una agencia nacional para poder vender sus terrenos y privatizar actividades, recibió un rechazo en primera instancia de la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo. Sin embargo, las artimanias del macrismo para desfinanciar al deporte no cesan.
Así lo expuso Redi al revelar las restrictivas condiciones que impuso el Gobierno para sostener su beca y la de sus compañeras de la Selección de Femenina de Básquet Adaptado, que cobró repercusión a través de un posteo de la marca WTTJ en Instagram.
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"Lo único que estamos cobrando es una beca de $7000 de Secretaría de Deportes de la Nación, que venía atrasada, y nos dijeron que en agosto, si no sacamos una medalla en el parapanamericano en Lima nos la pueden sacar", apuntó la jugadora en declaraciones a El Destape.
La incertidumbre de las basquetbolistas frente al ajuste en el deporte destroza aquel argumento replicado en serie por funcionarios y algunos deportistas de elite donde se aseguraba que la ADN era "positiva para el deporte y un salto de calidad para los deportistas" y que el nuevo esquema sería "más rápido el cobro de becas y subsidios y, por primera vez, las provincias van a poder participar de estas decisiones".
Para las chicas de básquet adaptado este podría ser el tercer recorte en apenas un año, ya que por no conseguir el resultado esperado por el ENARD en el mundial de Alemania, el año pasado se quedaron sin las becas de ese organismo y desde comienzos de 2019 les anunciaron que tampoco recibirán el dinero para "bancar las comidas de las concentraciones", el único momento en el que todo el equipo puede entrenar junto.
Pero la falta de apoyo no termina allí. "Ni siquiera nos prestan la cancha del Cenard para entrenar. Las chicas de Buenos Aires, que somos pocos, entrenamos en Ramsay (donde funciona el Servicio Nacional de Rehabilitacion), es el único lugar que nos dejan usar la cancha, está en pésimo estado y es antireglamentaria, con medidas viejas. Otro club que nos da una mano siempre es Cedima de San Justo", develó Redi. Y reclamó: "Si vas a bancar sólo el deporte que tiene podios ¿cómo llegan a tener podio los otros deportes si no los apoyás?".
Enojada por esta realidad, reveló la presión que le impone la ADN: "Nos cortan la posibilidad de entrenarnos y nos dicen que si no sacamos una medalla nos quitan la beca ¿Cómo vamos a lograr un podio si no podemos entrenar entre nosotras? Es un círculo vicioso: Entrenen donde pueda, coman lo que puedan, arréglensela, pero tienen que ganar".
La situación que atraviesan las jugadores es un paso más en el camino de la doctrina del director de la ADN, Diógenes de Urquiza, que en su primera declaración como funcionario mandó a "laburar" a los deportistas, lejos de promover el rol del Estado en el deporte.
Las basquetbolistas ya se vieron obligadas a hacerlo: "Estamos todas saliendo a buscar laburo para poder sostener los gastos del deporte. Tenemos que mantener las sillas de ruedas con las que jugamos, que tienen un precio aproximado al valor de un auto. Necesitan repuestos y mantenimiento".
Para Mariana y sus compañeras, la posibilidad de defender los colores del país se vuelven más difíciles y tienen que recurrir al apoyo de familiares en incluso de sus propios entrenadores. "En este momento mi viejos me están bancando todo lo que pueden, están ahorcados por los gastos que tienen y esto es un extra. Mientras tanto, la comida de los entrenamientos la pagan los entrenadores de su bolsillo", relató.
En ese sentido, Redi lanzó un interrogante que el propio De Urquiza debería responder: "¿De dónde sacamos la plata si no podemos trabajar por que tenemos que entrenar mucho debido a que nos obligan a ganar?"
Tras señalar que se trata de "otra de las incoherencias de este Gobierno", reprochó: "Mis compañeras están indignadas. Hay una discriminación con el deporte adaptado, que siento como que no cuenta tanto como el convencional. Es como si fuéramos algo menos, nos ven como 'pobrecitos los chicos en silla de rueda' y no como 'mirá el deportista de puta madre que se mata entrenando todos los días'".