La oposición en Brasil le dio un duro golpe a la presidenta Dilma Rousseff, al aprobar el inicio del juicio político contra la actual mandataria. Con 367 votos a favor, 167 en contra y 3 abstenciones, elevó al Senado el proceso, que ahora deberá decidir si primero suspende y luego destituye a Dilma, reelecta en su cargo a fines de 2014.
El proceso de juicio político se inicia, en la formalidad, por irregularidades presupuestarias, las denominadas "pedaladas fiscales", aunque poco de eso se pudo escuchar en la justificación de quienes votaron por iniciar el proceso. Las críticas al populismo, al "comunismo", el rechazo al aborto y hasta alusiones a la dictadura militar brasileña estuvieron entre los argumentos que algunos formularon en una votación que se hizo de forma nominal y a viva voz.
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Conocido el resultado, los opositores al PT salieron a las calles a festejar, mientras que los seguidores del gobierno del PT denunciaban "golpe de estado".
Ahora el trámite pasará al Senado, que tendrá plazo hasta el 11 de mayo para aceptar por mayoría simple la recomendación de la cámara baja. En ese caso, Rousseff deberá apartarse de su cargo por 180 días, hasta la votación del veredicto -en el que la declaración de culpabilidad y la consiguiente destitución precisará dos tercios de los senadores-, y mientras tanto asumirá el vicepresidente Michel Temer, quien pasó a la oposición con su partido, el PMDB.
La batalla política de la crisis que se arrastra hace un año en Brasil ha sido vencida por Temer y su socio, el cuestionado presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, ambos del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), primeros en la línea de sucesión en caso de que el Senado aparte a la mandataria.
Cunha está involucrado en la causa conocida como Lava Jato, un escándalo de corrupción que involucra a la mayoría de los partidos políticos brasileños.
Es la segunda vez que un presidente es sometido en el Senado a un juicio político, luego de Fernando Collor de Mello en 1992, a quien se le adjudicó el delito de corrupción, pero para Rousseff el delito imputado de gestión fue haber violado la ley de responsabilidad fiscal.
Los votos de los diputados estuvieron marcados por la pasión y no faltaron los perfiles de muchos opositores que pedían el voto por sus esposas, familias, Dios, Jesús y hasta hubo un diputado, Wladimir Costa, que lanzó papel picado.
"Voto por el golpe mlitar de 1964 y por los torturadores de Dilma Rousseff", bramó por su parte Jair Bolsonaro, el principal emergente de las manifestaciones opositoras, que cuenta con ocho por ciento de intención de voto, del Partido Social Cristiano. Bolsonaro felicitó a Cunha por "haber entrado en la historia de Brasil".