Decíamos desde esta columna que el Gobierno acelera dos cuestiones claves para sostener y prolongar su primavera cambiaria: la aprobación del Presupuesto 2019 y la revisión favorable del acuerdo original con el FMI. De concretarse ambos objetivos en esa secuencia, habilitarían el adelantamiento del cronograma de desembolsos del organismo previsto originalmente para el trienio 2018/2021, para el bienio 2018/2019. Fondos que se verían aumentados desde u$s 50.000 millones iniciales hasta u$s 70.000 millones, descontando los u$s 15.000 millones girados el 22 de junio.
Contar con el Presupuesto del año próximo y cerrar un acuerdo con el FMI que le permita disponer de u$s 55.000 millones frescos, le permitiría al Gobierno en primavera dar por concluida la volatilidad de variables económicas que lo sacude desde el otoño y comenzar una nueva etapa de cara a su último año de gestión.
El saldo del Gobierno de Macri está reflejado en los pronósticos macroeconómicos con los que se elaboró el Presupuesto:
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- La economía cayó -2,2% en 2016, subió +2,9% en 2017, se prevé una baja de -2,4% en 2018 y se pronostica un reiterado descenso en 2019 de -0,5%. En definitiva, el PBI terminaría siendo un -2,3% más chico que el que recibió el Gobierno en 2015.
- La inflación fue de 39,6% en 2016, 24,9% en 2017, se estima en 42% para 2018 y de cumplirse el pronóstico optimista será de 23% en 2019. Un promedio anual exponencial de 32% para los cuatro años de mandato de Macri, el equivalente a 8 puntos por encima de la inflación recibida en 2015.
- El desempleo alcanzó en la última medición al 9,6%, un 65,5% por arriba del existente en 2015. Se proyecta una tasa de desocupación abierta para el año próximo de 12%, algo que no ocurría desde hace 13 años.
- La relación deuda pública/PBI se proyecta en el 87%, casi duplicando la recibida en 2015 del 46%.
Tamaño desastre ha deteriorado la imagen del Gobierno en general y del Presidente en particular, ubicando las preferencia electorales por Cambiemos en un nivel similar al de las primarias de 2015, en torno al 28%.
Propios y ajenos se preguntan: ¿Si se aprueba el Presupuesto con apoyo del "peronismo racional"? ¿Si el FMI con respaldo de los EEUU le anticipa los fondos requeridos? El Gobierno estabiliza la economía en un piso de miseria, pero estabiliza al fin: ¿Y cuál es el correlato político de este nuevo escenario? Pareciera que sin volatilidad de las variables no hay conflicto. La baja del riesgo país y el retorno algunos dólares especulativos que hicieron descender la cotización parecen suficientes para que los agentes económicos se entusiasmen con el futuro de Macri.
Sin embargo el desplome de la economía real y la ausencia de horizonte para su recuperación, tal como lo refleja el proyecto de Presupuesto 2019, es una fuerte impugnación a la gestión de Gobierno. La catástrofe social que atraviesa la Argentina es otra.
Por otra parte, tampoco es tan claro que el Gobierno alcance los objetivos salvadores de la estabilización. Por lo pronto, el ministro Nicolás Dujovne en su exposición en la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja alteró la secuencia de las metas trazadas, anunciando que el acuerdo con FMI se podría concretar antes de la aprobación de la Ley de Leyes, reservando detalles ante los diputados del grado de avance de las negociaciones.
Esta afirmación implica dos supuestos: que el nivel de reservas empleado por el Banco Central para sostener la cotización del dólar por debajo de los $40 ha alcanzado un punto crítico y requiere con urgencia un refuerzo de divisas; o que el proyecto de Presupuesto conteniendo suba de impuestos sobre los sectores de ingresos medios, recortes en el gasto social y una autorización para el manejo discrecional de la deuda pública, no sortea al "peronismo racional".
Las autoridades económicas dejan trascender que negocian con el FMI la flotación cambiaria entre bandas mínimas y máximas, lo que significa en los hechos un seguro de cambio para restablecer la bicicleta financiera y recomponer la oferta privada de dólares por el ingreso de capitales especulativos.
Ambos trascendidos indican que el proceso en curso es confuso y no cerrado. Lo único concreto es que el futuro para el pueblo emerge oscuro, ya sea por una estabilización económica en un piso de miseria o por un desborde macroeconómico que lo golpee en forma abrupta.
La oposición nacional y popular no puede observar impávida como el Gobierno avanza en dos iniciativas que cualquiera sea el resultado de su concreción o su fracaso son muy negativas para la Argentina.
De la primavera no se sale como se entra. Será de un gran frente opositor popular que marque otro rumbo, cree ilusión y esperanza para el año que viene; o será de Macri y su angosto esquema de respaldo internacional y local.