El Gobierno consiguió que el FMI respalde la venta de reservas para controlar al tipo de cambio. La intervención no tendrá tope y podrá realizarla aún cuando la cotización esté por debajo de los $51, el techo de no intervención. Con esta medida, Mauricio Macri financiará la creciente fuga de capitales.
En la última corrida cambiaria, el Gobierno demostró que no cuenta con herramientas para calmarla por haberse atado de manos ante el Fondo. Por esto, el comité de política monetaria del Banco Central aprobó por unanimidad la participación en la plaza mayorista cuando el precio se ubique por debajo de los $51,448. En un comunicado, especificó que el “monto y frecuencia dependerán de la dinámica del mercado”.
Además, si la cotización supera el máximo de la zona de no intervención, el BCRA incrementará el tope de venta máxima de U$S 150 millones a U$S 250 millones. Agregó que “podrá determinar la realización de intervenciones adicionales para contrarrestar episodios de excesiva volatilidad si considerase necesario”.
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La entidad que preside Guido Sandleris confirmó que no comprará divisas en caso de que el tipo de cambio llegue a ubicarse por debajo de $ 39,755, si alguna vez esto llegara a suceder. Esta modificación desesperada fue anunciada 20 minutos antes de la apertura de la rueda cambiaria.
Macri consiguió la venia del FMI para este cambio en su política monetaria tan radical que da vuelta por completo su posición original, pero en línea con garantizar la inédita fuga de capitales. Inmediatamente después de este comunicado, el vocero del organismo multilateral de crédito, Gerry Rice, opinó: “el Banco Central de Argentina introdujo medidas importantes para encarar la reciente volatilidad del mercado financiero y de la moneda. Apoyamos estas medidas, que están bien calibradas para los desafíos que afronta Argentina”.
Hasta enero, se fueron del país U$S 140.000 millones por fuga, giro de utilidades, turismo y pago de intereses de deuda. El modelo del PRO se alinea en pos de mantener este grifo abierto. Esa fue la razón por la que primero generaron un mega-endeudamiento en Wall Street y, cuando los inversores se negaron a prestar más, el Gobierno acudió al FMI por U$S 50.000 millones y luego U$S 7.000 millones adicionales con posibilidad de venderlos de a cuotas en la plaza.
La visible insustentabilidad de la plataforma macrista llevó a los grandes fondos internacionales a deshacerse de bonos argentinos y aumentar la dolarización de sus activos argentinos, lo que generó la corrida cambiaria de la semana pasada, que hizo cerrar al billete verde en $ 47.