El Juez Leónidas Moldes retomó su cargo al frente del Juzgado Federal de Bariloche y su primera medida fue emitir una alerta roja para detener a los dos jóvenes mapuches que bajaron el cuerpo de Rafael.
Poco tiempo tardó el Juez Leónidas Moldes en dictar su primera medida en el expediente que investiga el asesinato de Rafael Nahuel. Y fue en el mismo sentido que su predecesor Gustavo Villanueva, que concluyó la subrogancia al frente del Juzgado Federal de Bariloche sin procesar a ninguno de los integrantes del grupo Albatros de la Prefectura Naval Argentina, responsables del asesinato.
Moldes emitió un alerta roja y dio aviso a Interpol para que, también en el exterior, se busque y detenga a los dos jóvenes mapuches Fausto Jones Huala y Lautaro González, quienes bajaron el cuerpo de Nahuel desde la montaña hasta la ruta. En ese lugar fueron detenidos, permanecieron cuatro días detenidos, y luego fueron excarcelados. Pero luego de una serie de recursos, la Cámara de Apelaciones resolvió revocar la excarcelación, y en agosto pasado Villanueva ordenó la captura. Desde entonces permanecen prófugos.
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Muy distinto ha sido el trato dispensado a los Prefectos: ninguno está imputado formalmente, y el Cabo Primero Francisco Javier Pintos -de cuya arma subfusil MP5 salió el disparo que mató a Nahuel- aún goza de libertad. Prestó declaración indagatoria el pasado 5 de junio, pero Villanueva nunca resolvió su situación procesal.
A un año del crimen, la editorial Acercándonos publica el libro de Santiago Rey “Silenciar la muerte – Crónica e investigación sobre la vida y asesinato de Rafael Nahuel”.
En el siguiente capítulo se relata cómo se desarrolló parte del operativo del 25 de noviembre de 2017, que concluyó con el asesinato estatal del joven mapuche.
Tomo II
Durante
Si los mensajes de textos pudieran transmitir el nerviosismo o dramatismo del momento en el que fueron escritos, sin duda la cadena del teléfono finalizado en 253 del 25 de noviembre entre las 16:43 y las 17:05 dirían mucho más sobre la situación.
El frío texto decía: “El rafa herido grabe con plomo en la pansa difundir y venir”. El mensaje de las 17:05 del 25 de noviembre, emitido desde el teléfono finalizado en 253 estaba precedido por otros del mismo tenor. A las 16:43: “Le pegaron un tiro a la yoana y al pinito”; a las 16:45: “Estamos arriba le pegaron un plomaso (sic) al Rafa y a Pino, ayuda”; a las 16:49: “Vengan hay varios heridos con plomo”; a las 16:59: “Nos emboscaron tres heridos de plomo, juntence (sic) en el ACA”.
Mientras desde ese número se emitían los mensajes, Fausto Jones Huala y Lautaro González improvisaban una camilla con maderas y comenzaban a bajar a Rafael Nahuel.
Desde la montaña Rafa salió herido, a la ruta llegó muerto. En el camino, les dijo a Fausto y Lautaro que lo dejen y se salven. Les habló en el poco mapuzungun que sabía. Les habló de no rendirse. Les pidió que sigan la lucha.
“El rafa herido grabe con plomo en la pansa”, decía el mensaje, aunque en realidad había recibido un disparo que ingresó por su nalga izquierda y llegó al tórax, provocándole un “shock hipovolémico por lesiones de los órganos y tejidos que provocaron una hemorragia de aproximadamente 4 litros de sangre, alojada en cavidad torácica y peritoneal”, según la autopsia.
El proyectil salió del subfusil marca HK, Modelo MP5, calibre 9x19, N° de serie 05-C335508, propiedad del Cabo Primero Francisco Javier Pintos, aquel que, según la pericia balística, efectuó 50 disparos con su arma subfusil MP5 y siete con su pistola Beretta.
Fausto Jones Huala y Lautaro González fueron precintados primero, esposados después, detenidos y trasladados hasta un móvil de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, por los mismos Albatros que minutos antes habían efectuado entre 114 y 129 disparos, territorio mapuche adentro. En ese móvil les tomaron las muestra en cintas de carbono para luego intentar determinar la presencia de pólvora en las manos.
El dato sobre quién los detuvo y esposó, y dónde se les tomaron las muestras, no es menor para desarmar el entramado del relato oficial sobre el enfrentamiento armado, ya que la pólvora hallada en las manos de los jóvenes pudo haber sido “transferida” en cualquiera de los pasos dados desde la detención.
Fausto y Lautaro fueron llevados Bariloche en calidad de sospechosos por la muerte de Rafael, cuyo cuerpo habían bajado a la búsqueda de asistencia. Casi un año después y a pesar que todas las pruebas, pericias, testimonios, inspecciones, escuchas telefónicas realizadas, demuestran la responsabilidad de Prefectura en el hecho, el expediente que tramita el Juez Villanueva sigue caratulado “Fausto Jones Huala y otros s/muerte por causa dudosa, usurpación y atentado contra la autoridad doblemente agravado por haberse cometido a mano armada y por la reunión de más de tres personas”.