Se piensa en alfajor y se imaginan dos tapas de masa rellenas de dulces de distintos tipos, con cobertura glasé o de chocolate y un relleno que puede ser dulce de leche o chocolate. Pero seguro a nadie nunca se le cruzó por la cabeza un sabor muy particular: el de pollo. El invento proviene de Nono, en Córdoba, donde una mujer creó esta extraña golosina.
El alfajor de pollo lleva pechuga, pata y muslo, laurel, orégano y cebolla de verdeo con una masa suave. Myriam Díaz es su creadora y también incursionó en los de cabrito y ternera que, según dice, son un éxito en la provincia.
La idea se le ocurrió cuando escuchó a hinchas de fútbol decir "sos un alfajor de pollo, porque no existe". Ella pensó que podría existir pero que, a diferencia de los tradicionales, debía ser salado. El proceso no fue fácil, dijo a LU5AM, sino que "después de varias pruebas salió" y es "muy rico".
Pero también creó una opción vegana con berenjenas, champignon, morrón y ya piensa en hacer el sabor de cerdo a la mostaza con romero y de vitel toné.
Los alfajores de pollo son marca Miryam, vale $50 cada uno y la docena se puede conseguir por $600. Su peso es de 80 gramos, el doble de uno tradicionial de dulce de leche y para comprarlos hay que viajar a Córdoba.