Luego de unas cortas vacaciones, Mauricio Macrireapareció en los medios y quedó instalada la idea de cómo arrancará la campaña para el balotaje: levantando casi monotemáticamente la bandera del cambio y con pocas definiciones acerca de lo que hará, paseándose por todas partes junto a la gobernadora electa María Eugenia Vidal, la gran figurita nueva del escenario político.
Del otro lado, luego de un comienzo errático que se parecía demasiado a lo que había sido su campaña para la primera vuelta, Daniel Scioli reenfocó su mensaje: planteó nuevas propuestas para atraer a los votantes de Sergio Massa e inició un discurso más agresivo con respecto a su rival. La jugada es de doble filo, puede salir bien o mal, pero era evidente que si se quedaba donde estaba su derrota parecía inexorable. La campaña del primer balotaje presidencial de la historia subiendo de temperatura con el correr de los días y tendrá en medio un inédito debate de candidatos. Aunque ya empiezan a aparecer encuestas, cualquier pronóstico pinta apresurado.
Macri busca sacar provecho de la ventaja comparativa que le permite el resultado sorpresivo de la primera vuelta. A ojos de un sector del electorado hoy su figura luce envuelta en un aura luminosa, el símbolo del cambio en el país. En su comando de campaña imaginan cómo hacer para que esa imagen no se nuble en las semanas que restan hasta las elecciones.
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En principio, hablan de equilibrar las apariciones en el Conurbano junto a la taquillera Vidal con las recorridas por el interior en distritos en los que Massa hizo una buena elección, provincias como Jujuy, Salta, San Juan o, incluso, Córdoba. Creen que son los lugares donde pueden conseguir los votos que le faltan. Frente al planteo más agresivo que muestra el oficialismo, la apuesta es a la victimización, una postura que a Macri le ha dado réditos en su carrera. Para eso cuenta con medios ya abiertamente favorables a su candidatura que engloban como "campaña sucia" casi cualquier cosa que intente hacer el oficialismo en busca de cambiar el escenario que se plantea como ya definido, con Macri como ganador.
Scioli escuchó en los últimos días varios consejos acerca de cuál era el camino que debía tomar. Siguió las recomendaciones de los gobernadores e intendentes ganadores en los comicios, que le reclamaban una nueva agenda de propuestas que vaya a buscar sin rodeos a los electores de Massa.
Scioli salió inmediatamente a instalar estas nuevas ideas, con eje en las jubilaciones, seguridad, retenciones y Ganancias. La agenda es irreprochable, era lo que debía hacer. Otra cuestión fue la manera de presentarlo, que se notó apresurada. Hubiera sido más prolijo hacer algo más formal, al estilo Massa, junto a su equipo de trabajo, ya que casi tiene todo su gabinete designado. Y no sólo en las propuestas. También habrá cambios en la manera de presentarse en público, con Scioli más metido entre la gente y menos saltando de escenario en escenario, algo en lo que Macri le sacó ventaja con sus ya famosos encuentros en casas concertados por Facebook.
Si se calcula un reparto más o menos equitativo de los votos de Nicolás Del Caño, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá, la llave del balotaje queda para ese 21% que obtuvo Massa. En el comando de campaña de Scioli aseguran que si un 60% de esos votos van a Macri, la elección está perdida.
Felipe Solá calculó que el reparto era 65-35 a favor de Cambiemos. Si fuera cierto, ya estaría todo resuelto. "Todavía hay muchos indecisos. Es un electorado peronista, que alguna vez votó al Frente para la Victoria y nos puede volver a votar", se ilusionan en el sciolismo.
Respecto al tono de campaña más confrontativo –o como adora decir a la oposición, "campaña sucia"-, sostienen que no sólo le sirve para poner en blanco sobre negro ambos proyectos, sino también para impedirle a Macri que tome la iniciativa de la agenda.
"Lo estamos obligando a estar a la defensiva, y eso es bueno. Quien consiga mantener la iniciativa en los días que quedan de campaña tiene buena parte de la elección ganada", afirman en el comando naranja.