Con Messi no se juega

08 de junio, 2018 | 13.26

La cancelación del partido de fútbol entre la selección argentina y la israelí que debía jugarse el 9 de junio en Jerusalén ratifica que el fútbol es mucho más que un juego.

Lo que derivó en un escándalo en la Argentina y en Israel comenzó con la idea de un simple partido amistoso para continuar una especie de cábala que, en su momento, utilizó el entrenador argentino Carlos Salvador Bilardo antes del mundial de 1986. Sin embargo, el diablo de la política metió la cola.

SUSCRIBITE PARA QUE EL DESTAPE CREZCA

Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

La idea original era jugar en la ciudad de Haifa, una de las más importantes de Israel. Sin embargo, en el marco del 70 aniversario de la creación de Israel y de la decisión del presidente Donald Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos a la ciudad de Jerusalén, el gobierno israelí vio una oportunidad de oro para sumar apoyos al escaso reconocimiento internacional de Jerusalén como su capital.

El 21 de mayo la ministra de Cultura y Deportes israelí, Miri Regev, escribió exultante por Twitter: “Lo prometí y lo cumplí. Estoy contenta de que la selección argentina jugará en Jerusalén. No hay lugar más apropiado que Jerusalén, nuestra capital, para recibir un juego de tal magnitud”. Al subrayar “nuestra capital” -sin medias tintas- se atribuía el rédito político de dicho cambio.

Pero de allí en más, la realización del partido amistoso se convirtió en un tema de política internacional. Además del partido programado, la selección realizaría una visita al llamado “Muro de los Lamentos” en Jerusalén oriental, la parte de la ciudad que Israel ocupa desde 1967, a pesar de la resolución 242 de las Naciones Unidas que insta a Israel a retirarse de los territorios que ocupó en dicho año.

En la Argentina comenzó a discutirse si era apropiado ir a una zona tan conflictiva y si la diplomacia de este país no se estaba prestando al juego político de los israelíes aprovechándose de la gran popularidad de Lionel Messi. Los palestinos agregaron lo suyo, pidiendo que la selección no viajara ya que esto dañaría la popularidad de Messi entre los palestinos y en todo el mundo árabe e islámico. Y la bola de nieve siguió creciendo hasta que en un gesto poco común, los propios jugadores decidieron suspender el viaje.

La gran pregunta es por qué se decidió trasladar el partido programado de Haifa a Jerusalén. En una conferencia de prensa, luego de conocida la suspensión, la ministra Regev dijo que había sido un pedido de Messi que “quería visitar Jerusalén, besar el muro y llegar al Santo Sepulcro”. Pero pocos en Israel creen en sus palabras.

En el camino, el primer ministro Benjamin Netanyahu se comunicó con el presidente Mauricio Macri para evitar la suspensión del partido. Parece que no era solamente un partido de fútbol lo que estaba en juego.

NOTA PUBLICADA EN CNN EN ESPAÑOL