Omar Perotti asumió como gobernador de Santa Fe en una tarde redonda por la entusiasmada participación del presidente de la Nación en la ceremonia. Es indudable que más allá del análisis de sus discursos, de las imágenes y movimientos que pudieron verse y el peso de algunos símbolos, el dato a destacar fue la llegada de Alberto Fernández.
Aunque estaba confirmada su presencia, su demora hizo cambiar los planes –estuvo presenciando la toma de mando de Axel Kicillof en La Plata y llegó volando- pero finalmente decidieron esperarlo, por lo que todo se realizó con un ínfimo respeto al protocolo, otro gag que el presidente electo tomó seguramente de su querido Néstor Kirchner.
Amigo
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De forma desordenada y algo “de prepo” ante la invitación de la vicegobernadora Alejandra Rodenas, Alberto incluso tomó la palabra en la jura de quien considera uno de “sus” gobernadores, al que incluso llamó “querido y entrañable amigo”. Además, tuvo dos gestos con Miguel Lifschitz: primero lo sumó a una foto con mucho simbolismo –lo desarrollaremos más abajo- y luego se refirió al saliente gobernador socialista con palabras de afecto. Todo lo contrario de lo que hizo Perotti luego.
En su breve alocución, dijo que la Nación va a “ayudar todo lo que pueda” a Santa Fe, e hizo hincapié en su búsqueda de federalismo. Dijo que se trata de una provincia “rica” y que apuesta al desarrollo de su potencia, pero que también precisará de sus bondades para beneficiar a otros territorios más postergados.
Además, ratificó su soberanía sobre la siempre disputada hidrovía, de cuyos puertos salen los commodities argentinos al mundo. Cerró deseando “lo mejor para Santa Fe, que es lo mejor para la Argentina”, en un clásico gesto discurso albertiano.
La foto
Antes de analizar el discurso, algunos datos de la previa: quedó en claro que el tira y afloje de Perotti con Miguel Lifschitz demostró ser un poco ridículo y se mezcló con las vibraciones negativas que emanaron del fallido proceso de transición. La solución de dividir los actos entre prestar juramento ante la asamblea legislativa y la entrega de los atributos frente a su propia gente le evitó al mandatario saliente una silbatina y permitió al peronismo disfrutar su jornada.
Pero lo que llamó la atención fue una foto tomada ni bien Fernández llegó a la Legislatura, de la que participaron el presidente, Perotti, Rodenas, Lifschitz y su vice, y otros dirigentes y funcionarios.
Una presencia a destacar fue la de Leandro Busatto, quien será el alfil de Perotti en la Cámara de Diputados pero también el hombre fuerte del kirchnerismo provincial, junto al diputado nacional Marcos Cleri. Busatto llegó en el mismo auto que el presidente, sentado a su lado. Parece un gesto trivial, pero en la política lo simbólico a veces desnuda procesos en curso.
También estaba Ricardo Olivera, el gestor de la unidad del peronismo en la provincia. El hombre que tejió la complicada tela de araña para juntar a todos los sectores recibió su distinción participando en la foto.
Junto a Alberto, vinieron dos funcionarios nacionales clave. Estaba Wado de Pedro, ministro del Interior, que será clave en la relación con las provincias y en la gestión de los recursos y obras que “bajen” a las arcas santafesinas. También llegó la rosarina María Eugenia Bielsa, que ocupará el ministerio de Vivienda y depositó a Silvina Frana, una de sus laderas, en el ministerio de Infraestructura. La similitud del rol hace pensar que habrá trabajo conjunto, que podría ser muy beneficioso para la provincia.
Omar
Como se preveía, su discurso en la Legislatura versó mayormente seguridad y economía, y tuvo un diagnóstico implacable con lo que deja el Frente Progresista, al que además le reprochó el presupuestogate. Con mucho manual de político, con un perfil firme y contundente, y con algunos rasgos clásicos -algo conservadores y demagogos, por qué no- en la repetición de valores y de lo que el ciudadano de a pie quiere escuchar. Como un gobernador que quiere retomar de una forma nueva algo que cree que se ha olvidado.
En cada ítem de su discurso, aprovechó para pegarle al gobierno de Lifschitz en duros términos. El primero fue el fiscal. Habló de ordenar Santa Fe, de déficit, de aumento de gastos y deuda. Detalló la “pesada herencia” que le deja el socialismo, aunque dijo que no va a utilizar más el gambito mientras gobierne. “A las crisis no se las llora, se las enfrenta y se las derrota”, aseguró. Y cerró ese aspecto con una frase de contador: “Cuidar los recursos y gastar con prudencia”.
Otro punto fuerte fue la inseguridad: “Sin orden no se puede vivir en paz”, repitió, y mencionó violencia urbana, delito y narcotráfico. Fue duro con la gestión civil de la policía y describió con críticas la situación de la fuerza. En una jugada arriesgada, habló de “complicidad del poder político con la fuerza y el delito en un pacto de gobernabilidad”, y de la necesidad de cortar esos vínculos de la policía con el delito.
El tercer bloque conceptual fue para hablar de la vuelta del Estado “al lugar de donde nunca debió retirarse”. Trabajo, educación y deporte fueron parte de este eje. Atención: habló de trabajar codo a codo con “curas católicos y pastores evangelicos, clubes, vecinales y municipios”. Hizo mucho hincapié en la educación, una obsesión también de campaña, y en ese sentido dijo que el boleto educativo gratuito que prometió se hará realidad.
Ya cerrando, agregó otro leitmotiv psicológico de masas, “despertar al gigante”, al referirse una provincia de producción, de trabajo, industria y exportación que “se acostumbró a sentirse menos”. Se comprometió a convertirla en ordenada, moderna, para que “la gente decente” pueda “vivir y prosperar en paz”.
Por último, se mostró colaborativo y agradecido con el presidente. Habló de coordinar esfuerzos con Nación, y destacó la presencia de Alberto Fernández como un compromiso con Santa Fe. Dijo “nunca más” a darle la espalda a un proyecto nacional. Y no dejó de mencionar –con cortesía- la millonaria deuda histórica que tiene el gobierno federal con la provincia. Un discurso redondo para una jornada en la que todo salió bien.
*Nicolás Maggi es corresponsal de El Destape en Santa Fe.