En julio de 2019, Felipe Solá viajó a México para participar de la reunión constitutiva del Grupo de Puebla. El entonces candidato presidencial Alberto Fernández, amigo del impulsor de la cita, el dirigente chileno Marco Enríquez Ominami, delegaba al ex gobernador bonaerense la tarea de escuchar y sentar posición en un emergente articulador zonal que nacía para cubrir la ausencia de mesas progresistas comunes entre los países del sur. Ahora, Felipe Solá retorna al país azteca para representar a la Argentina en su primera participación significativa en el exterior como nuevo titular del Palacio San Martín.
Sin embargo, esta vez, a diferencia de lo sucedido seis meses atrás, el Canciller argentino participará en una reunión que agrupa a gobiernos, la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), y no a dirigentes identificados por una posición política similar, el mencionado Grupo de Puebla. Se trata de una modificación sustancial, los ojos de los países vecinos y de la potencia estadounidense estarán atentos a si la novel delegación argentina podrá desplegar dos valores políticos cruciales en la sensible coyuntura zonal: protagonismo y equilibrio.
De lo primero, el intento de recuperar la unidad latinoamericana cedida, Argentina jugará en tándem con el anfitrión, el gobierno popular presidido por Andrés Manuel López Obrador y comandado en política exterior por su influyente Canciller Marcelo Ebrard. Esa sinergia argentino-mexicana tuvo su prueba de fuego cuando ambos países socorrieron al presidente boliviano derrocado Evo Morales para facilitar su exilio en México.
De lo segundo, el esfuerzo en sentar una posición moderada en la Cuestión Venezuela, respetuosa de la no intervención extranjera pero también celosa en el respeto del orden democrático, ya fue explicitado ayer por el Canciller argentino en un comunicado oficial: “impedir por la fuerza el funcionamiento de la Asamblea Legislativa es condenarse al aislamiento internacional. Rechazamos esta acción e instamos al ejecutivo venezolano a aceptar que el camino es exactamente el opuesto”, expresó Solá en relación a la carambolesca elección de autoridades legislativas venezolanas sucedida ayer.
El jefe del Palacio San Martín viajará a México acompañado de Jorge Neme, Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería; su Jefe de Gabinete Guillermo Chávez, y el futuro embajador argentino en el país anfitrión de la cita, el ex ministro de Trabajo Carlos Tomada. Desde Cancillería advirtieron a El Destape que, más allá de lo expresado en torno a lo sucedido en la Asamblea Nacional Venezolana, la delegación argentina planteará en México que: “nuestra idea es promover un espacio regional multilateral que no sea monotemático con el caso Venezuela. Hay otros problemas en la región, no solo Venezuela, que por supuesto lo es”.
Por último, a largo plazo, en la mirada de la Casa Rosada, la CELAC, que nació en su momento para romper el molde injerencista de la OEA y constituir una voz interamericana autónoma de los Estados Unidos, podría facilitar a los gobiernos del Cono Sur recuperar los lazos de integración política que resultaron deshilachados una vez que los Macri y los Jair Bolsonaro de la región instrumentaron una seguidilla de “golpes políticos” a la UNASUR –vaciando el organismo- o al Mercosur –al imponer una agenda de apertura comercial extrema al bloque-.
De fondo, la cumbre de la CELAC será una gran mesa de operaciones y roscas políticas para tratar de incidir en la elección de la Secretaría General de la OEA, que es el organismo con el compite como mesa de articulación zonal. La votación se hará el 20 de marzo y por el momento hay tres candidatos: la ecuatoriana María Fernanda Espinosa (que busca ser la primera Secretaria General de la OEA), el peruano Hugo de Zela, y el hombre que cuenta con el respaldo del Grupo de Lima –la mesa que agrupa a los gobiernos neoliberales de la región-: el uruguayo Luis Almagro, muy comprometido con el golpe político militar en Bolivia.