Cómo quedó el mapa de intendentes massistas en la provincia de Buenos Aires

29 de mayo, 2015 | 19.38

El Frente Renovador transita su peor momento desde el contundente triunfo en las legislativas de 2013. Lo que empezó con la fuga de dirigentes menores se transformó hoy en una imparable sangría de intendentes, que habían sido los pilares de la construcción del espacio de Sergio Massa. A las partidas de Humberto Zúccaro (Pilar) y Raúl Othacehé (Merlo) de los últimos días, se sumarán en las próximas horas las de José Eseverri (Olavarría), que el jueves se reunió con Florencio Randazzo para negociar su regreso al Frente para la Victoria, y Gabriel Katopodis (San Martín), que también regresará al kirchnerismo de la mano del ministro del Interior y Transporte. Así, son nueve los jefes comunales bonaerenses que abandonaron este año el massismo, que quedará con apenas 16.

El primero en dar el portazo en 2015 fue Gustavo Posse, de San Isidro. Resistido dentro del FR por Malena Galmarini y sus leales y con su poder debilitado en el municipio que comandó durante 15 años (32 contando además los gobiernos de su padre, Melchor), Posse decidió volver a su opción vecinalista y retomar la relación con Mauricio Macri, a quien se había acercado antes de saltar al massismo. El jefe de Gobierno porteño, sin embargo, le respondió con frialdad: no le dio lugar en una interna con María Eugenia Vidal para la gobernación y mantuvo a Guillermo Montenegro como candidato del PRO en San Isidro. Con su alfil en el municipio, Carlos Castellanos, haciendo agua en las encuestas, Posse terminó tomando la decisión de volver a pelear por la intendencia, que hizo oficial el jueves.

Lo siguió el intendente de Coronel Pringles, el radical Carlos Oreste, que se había sumado al massismo tras la victoria de 2013. Luego de pegar el faltazo a una reunión de intendentes del Frente Renovador a mediados de febrero, el radical se sumó al Espacio Abierto de Posse tras una reunión que mantuvieron a fin de mes. "Acompaño a Posse desde nuestro origen radical. La propuesta que tenemos, es ir a las PASO con una fuerza política frentista", dijo el jefe comunal de Pringles.

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El tercero en abandonar a Massa fue el diputado Sandro Guzmán, que no solo regresó a la intendencia de Escobar sino que fue el primero de los jefes comunales massistas en volver al Frente para la Victoria. Molesto con el tigrense por haber postulado a Leandro Costa, un concejal vecinalista, como candidato a intendente, Guzmán se reunió con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y con el secretario general de la Presidencia, Eduardo "Wado" de Pedro, que desde entonces se transformaron en los cazadores de intendentes. "Al que le gusta bien y al que no, que vaya al psicólogo o al kirchnerismo", dijo Massa al confirmar la candidatura de Costa. Guzmán eligió la segunda opción.

El siguiente en dejar el FR fue Jesús Cariglino, de Malvinas Argentinas, a quien los intendentes renovadores decidieron expulsar luego de su coqueteo con Macri. En realidad, según indicaron desde el entorno del mandatario comunal, ya habían tomado la decisión de irse antes del castigo de sus compañeros, que fue informado a través de Eseverri, por entonces uno de los más leales a Massa: "Todos aquellos que vinieron al Frente Renovador a morder un carguito, pensando más en sus propios intereses y en su futuro que en el destino del país, no es que se van, nunca estuvieron dentro del Frente Renovador porque no entendieron su espíritu ni su sentido".

Tres días después empezó la verdadera tormenta. Darío Giustozzi, intendente con licencia de Almirante Brown y presidente de bloque del Frente Renovador en la Cámara de Diputados, pegó el tan anunciado como desmentido portazo, con durísimas críticas a Massa y a otros integrantes, a quienes calificó de "nocivos y perversos". Giustozzi quería ser candidato a gobernador y creyó que su condición de socio fundador lo haría correr con ventaja, pero Francisco De Narváez le tiró los billetes encima. Para colmo, su sucesor en Almirante Brown, Daniel Bolettieri, decidió jugar con Daniel Scioli y puso al diputado contra las cuerdas: Massa no podía darse el lujo de perder la provincia de Buenos Aires por ir a la elección con un hombre que no puede hacer pie ni siquiera en el municipio que gobernó. Con un millonario recién llegado haciéndole frente, su delfín apoyando a Daniel Scioli, las encuestas en su contra y sin el apoyo del líder del espacio, Giustozzi no tuvo más remedio que decir adiós. Ahora negocia con Randazzo.

La última semana de mayo fue lapidaria para Massa. También por las gestiones de los cazaintendentes, Húmberto Zúccaro y Raúl Othacehé (en este último caso con el apoyo de la billetera de Julio De Vido), abandonaron al tigrense y pegaron la vuelta al FpV. Ambos afirmaron volver "de la mano de Cristina" y enseguida se subieron a la Ola Naranja de Daniel Scioli.

El mismo día que Othacehé oficializaba su regreso, en Olavarría Randazzo se abrochaba el apoyo de Eseverri a su precandidatura presidencial y negociaba las condiciones de su vuelta al FpV. "Florencio es un gran hacedor, lo que hace falta en la próxima etapa de Argentina", dijo el jefe comunal olavarriense tras el encuentro. El ministro del Interior y Transporte, nuevo integrante del equipo de cazaintendentes, también es el encargado de traer de regreso a Katopodis, que hace tiempo está molesto con Massa. El enojo del intendente de San Martín con el tigrense se debe a la falta de apoyo ante la amenaza de Ricardo Ivoskus, candidato de la alianza UCR-PRO que crece en las encuestas traccionado por los apoyos de Mauricio Macri y Ernesto Sanz.

Los que llegaron

No hubo solo deserciones en el Frente Renovador desde el triunfo de 2013. A pesar de haber perdido a Othacehé, Massa mantiene bajo su ala a Gustavo Bevilacqua de Bahía Blanca (por ahora, porque no ve con malos ojos la candidatura a gobernador de Julián Domínguez) y al intendente interino de Los Toldos, Javier Mignaquy, que se sumó en diciembre.

Además, la semana pasada, en medio de la crisis en la propia tropa, el tigrense se reunió con el intendente de Tandil, el radical Miguel Ángel Lunghi, que está molesto con el acuerdo que su partido cerró con el PRO: no quiere al macrismo encabezando la boleta de ese espacio en la Provincia.

Uno que negocia

El que tiene ganas de seguir los pasos de Katopodis es su compañero de Hurlingham, Luis Acuña, aunque la tiene más difícil. Además del desgaste que sufrió y de que las encuestas no lo acompañan, el FpV tiene todas las fichas puestas en el concejal Juan Zabaleta, que en la semana acompañó a Daniel Scioli en la inauguración de una Unidad de Pronta Atención en el municipio con un acto cuya dimensión no tuvo nada que envidiarle a las de un intendente en ejercicio. Ante este escenario, Acuña tiene claro algo: si vuelve, no será para renovar su cargo.