Theresa May ha renunciado como Primer Ministra del Reino Unido. A diferencia de David Cameron, el anterior Primer Ministro conservador que renunció en 2016 que partió tarareando bajito una canción, May se quebró en llanto cuando terminó su discurso diciendo que había vivido "el honor de mi vida siendo la segunda mujer primer ministra- pero seguramente no la última- de tener la oportunidad de servir a mi país que amo" y desapareció tras la puerta de 10 Downing Street. Antes habia hecho una somera descripción de su gestión "completando el trabajo de su antecesor, construido nuevas viviendas, corregido el deficit fiscal bajo los principios de seguridad, libertad y oportunidades". El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, manifestó que el país no se reconoce en la descripción de May.
Hay 14 millones de pobres, según un reciente informe de Naciones Unidas que ha criticado duramente las políticas de ajuste, resultado de un proyecto ideológico diseñado para cambiar en forma radical la relación entre gobierno y ciudadanía. Las políticas de austeridad han aumentado significativamente la cantidad de gente en situación de calle, las personas que recurren a los comedores ( food banks), la escasez de viviendas, el sensible deterioro del Sistema Nacional de Salud (NHS).
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"Theresa May hace bien en renunciar- concluyó Corbyn- Ahora aceptó lo que el país ha sabido por meses: no puede gobernar, ni ella ni su partido que está desintegrándose. Cualquiera que sea el nuevo líder Tory tiene que dejar decidir al pueblo el futuro de nuestro país a través de una inmediata elección general."
La renuncia de May se hará efectiva el 7 de junio y la semana siguiente será reemplazada por un nuevo líder de su partido; hay 16 posibles candidatos, entre ellos, el ex canciller Boris Johnson, y ya están en curso las intrigas para la sucesión, que suelen tener tintes y volteretas de tragedia shakespereana.
El partido conservador no ha podido resolver la negociación de la salida del Reino Unido de la Union Europea, en la que embretó al país innecesariamente. David Cameron resolvió plebiscitar la permanencia del Reino Unido en la UE, convocando un Referéndum concebido demagógicamente como una herramienta para su fortalecimiento interno, para competir mas cómodamente con los ultraderechistas eurofóbicos. Inesperadamente, el resultado fue el voto mayoritario por el Brexit y desde entonces, la cascada de desaciertos ha ido empeorado dramáticamente la situación.Theresa May, reemplazante de Cameron, llamó anticipadamente a una elección general en 2017 con el declamado objetivo de encarar las negociaciones en la UE con mayor fortaleza, bajo el lema "Strong and Stable" (Fuerte y Estable) . El resultado le fue adverso, perdió numerosas bancas en el Parlamento, se vio obligada a aliarse e un partido ultraderechista de Irlanda para formar gobierno, y en esas circunstancias, el laborismo avanzó considerablemente.
"Brexit is Brexit" simplificaba May, sin poder traer resultados de una negociación que mereciera la aprobación del Parlamento.
El escenario no es el mismo que cuando se optó por el Brexit hace tres años, cuando los británicos parecieron no medir las consecuencias de la salida del mercado común. Entonces hubo un fuerte componente anti establishment, ciudadanos empobrecidos que veían que sus asuntos internos se resolvían en Bruselas y sus condiciones de vida en Alemania. A la fragmentación de intereses dentro de las cuatro Naciones del Reino Unido, se suma la de la propia UE, sacudida por las políticas de austeridad, inmigración, derechización.
El partido Laborista, que oportunamente sostuvo la propuesta de permanecer en Europa con reformas - "Remain and Reform"- no opta ahora por llamar a un nuevo Referéndum, constreñido a respetar la voluntad popular. Es posible esperar el triunfo de un gobierno laborista cuando haya una elección general. El partido Conservador, que concibió al Referéndum por el Brexit como una táctica para fortalecerse, termina sepultado bajo su peso. Algo así como la cita evangélica "Todo el que quiera salvar la vida, la perderá".
En cuanto a la relación del gobierno conservador de Theresa May con el gobierno neoconservador de Mauricio Macri, podemos decir que desde tiempos de Roca, no habíamos tenido dirigentes que representaran los intereses británicos en Argentina tan cabalmente.
El 2 agosto del 2016 Theresa May respondió con una carta al requerimiento de Macri de que votara por la ex canciller Susana Malcorra como secretaria General en las Naciones Unidas. En esa misiva- adjunta- May le advierte que no es costumbre del Reino Unido revelar su voto. Pero toma la oportunidad para expresar su interés en trabajar en conjunto para mover la relación a una fase "más productiva". Se congratula de que ya han conversado con el Canciller sobre acrecentar la cooperación en áreas de negocios, inversiones, lucha contra el narcotrafico y la corrupción y contribuir a que Argentina este más cerca de la OCDE. Y en su nota, Theresa May termina pidiendo a Macri, directamente, que para "mutuo" beneficio, se avance en progresar con "más vuelos entre las Islas Falklands y terceros países de la región" y "la remoción de medidas restrictivas respecto a los hidrocarburos en las Islas".
Pocos días después de recibida esa nota, en la medianoche del martes 13 de septiembre de 2016, los vicecancilleres Foradori y Duncan firmaron un acuerdo. En el Capitulo referido al Atlantico Sur, el gobierno argentino acuerda "Remover todos los obstáculos para el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas, en especial en materia de hidrocarburos, pesca, comercio y navegación." Es decir, el gobierno argentino se comprometió a desmantelar todas las medidas legislativas, jurídicas y administrativas destinadas a proteger nuestros recursos naturales en Malvinas.
Plasmada al pie de la letra la ambición británica, se ha acordado un vuelo a las Islas desde Brasil, excluyendo expresamente a las lineas aéreas argentinas, y el 17 de mayo se han adjudicado Areas petroleras en la estratégica Cuenca Malvinas a empresas que operaron en las Islas por orden del ilegítimo gobierno isleño, consolidando la presencia del usurpador en nuestras Islas Malvinas.
Los gobiernos del ajuste de May y Macri llegan a su fin. Esperamos poner fin a los Acuerdos celebrados a espaldas del Congreso, ruinosos para el interés nacional y la defensa de nuestra soberanía.