Cierra un restaurante por día en la Capital Federal desde hace más de un año, de acuerdo a un relevamiento realizado por la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC). Los comerciantes explican que no pueden hacer frente a la sostenida caída del consumo y el abrupto aumento de los costos, como los servicios, el alquiler y los impuestos. Hasta el confeso macrista líder gastronómico Luis Barrionuevo reconoce la crisis y afirma que en el país ya bajaron la persiana 5 mil restaurantes.
“Yo tenía un restaurante de comidas regionales en Villa Crespo y tuve que cerrar. Hace 25 años que soy comerciante y nunca me había pasado esto”, cuenta Rosana Cavagna, dueña hasta agosto de 2016 de un comercio en Villa Crespo. Rosana explica el motivo de su cierre: “Me vinieron tres facturas de luz por más de 2900 pesos y casi 2000 pesos de gas”.
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Las estadísticas muestran que la luz aumentó un 400% desde el 10 de diciembre de 2015 para los restaurantes, mientras que el gas subió un 500 % de acuerdo a las cifras difundidas por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA).
“Estoy en terapia intensiva. Agonizo y me duele, pero no me muero para no echar a los trabajadores. Mirá esa moza, tiene familia, decime vos cómo le digo que se queda sin laburo”, dice Jorge Chiaino, dueño de Virgilio, un restaurante ubicado en Malabia y Velasco. “Nunca viví algo así. La tarifa que recibo de gas es la misma que en 2015, pero multiplicada por seis”, detalla.
No sólo los servicios impactaron en la suba de costos para los restaurantes. El alquiler se incrementó en promedio un 42 por ciento durante el primer año de Mauricio Macri como presidente. Los comerciantes cuentan que el 2005 fue un gran año del despegue para el sector que recibe embates por el desplome del consumo. La AHRCC explica que la crisis en el sector comenzó en 2009 y se intensificó en los últimos años.
“Tenemos 33 locales vacíos en diez cuadras. Me levanto a la mañana todos los días mal, preguntandomé que local va a cerrar hoy”, dice JorgeTulchinsky presidente de la Cámara de Comercio de Villa Crespo. El representante de los negocios además cuenta que una panadería importante del barrio tuvo que renovar contrato por 80 mil pesos, tiene que pagar 18 mil pesos de luz y 16 mil pesos de gas.
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El Estado no sólo no colabora con el estímulo del consumo, si no que presiona a los locales gastrónomicos: se lleva el 40 por ciento de los ingresos en impuestos. En el último año y medio cerraron restaurantes emblemáticos como La Perla de Once, local fundacional del rock nacional; Arturito, a metros del Obelisco o La Gran Victoria, el célebre comedor que está a pasos de la Casa Rosada.
“La pizzería Mí Tío hace 43 años que está en esta esquina. A principio de año, los trabajadores nos encontramos con un candado en la puerta”, cuenta Adrián Fernández, delegado de la pizzería ubicada en Estados Unidos y Defensa. Ahora, el local se mantiene a pérdida por sus trabajadores que ante el despido –sin pago de indemnizaciones, ni sueldos- debieron tomar el inmueble y formar una cooperativa.
La crisis en los restaurantes en Capital Federal es la misma en todo el país. “Cerraron más de 5 mil establecimientos en 2016 y hay 25 mil compañeros que están en la calle”, reconoció en Radio Mitre el jefe del gremio de los gastronómicos, Luis Barrionuevo. “Nuestro sector depende del poder adquisitivo de la gente”, reflexionó Barrionuevo.