“No quiero seguir hablando de la expresidenta Bachelet porque algunos dicen que tengo una obsesión con ella”. Así respondió el presidente Sebastián Piñera cuando le preguntaron respecto de la postura de Michelle Bachelet sobre Venezuela. Pareciera que la ex Presidenta chilena es una sombra que -como toda sombra- se agiganta cada vez que aparece.
Piñera y Bachelet se sucedieron respectivamente en la presidencia de Chile, algo muy poco común en los sistemas democráticos actuales, aunque tiene explicación en el caso de Chile porque no existe la reelección inmediata. Si bien es lo lógico que un presidente se fije y compare con aquella persona que lo precedió, no es menos cierto que parece haber una disputa personal que excede lo político. Ahora el caballito de batalla es Venezuela. Como en casi toda la región pareciera que la palabra “Venezuela” funciona cual mantra que se repite para meter miedo, y como en los cuentos infantiles donde se invoca al “cuco”, el “viejo del saco” o “el hombre de la bolsa”, Venezuela es una palabra que quema y de la cual todos huyen.
En realidad, ya en noviembre de 2017, durante la campaña electoral que enfrentó a Piñera con el dirigente socialista Alejandro Guillier, la diputada Erika Olivera del derechista partido Renovación Nacional dijo que Chile se convertiría en Venezuela si ganaba Guillier. Y surgió la palabra “Chilezuela”. Casualmente, o no, también en otros países de la región los partidos de derecha, para atemorizar a los votantes sobre lo que denominan despectivamente “populismo” recurren a Venezuela. Como en Argentina, donde hasta en 2012 algunos medios de comunicación en comenzaron a utilizar el vocablo “Argenzuela”.
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Y ahora a Bachelet el presidente Piñera la acusa de no hacer lo suficiente para condenar al régimen de Maduro cuando él decidió involucrarse de manera directa en la crisis venezolana y por eso fue a Cúcuta para acompañar a Juan Guaidó en su intento de atravesar la frontera con la ayuda humanitaria.
Después de su primer mandato presidencial, Bachelet fue directora ejecutiva de ONU mujeres para fomentar la igualdad de género y eso le sirvió como trampolín para volver a la presidencia de Chile. Ahora es la alta comisionada de las Naciones Unidas para los DD.HH. ¿Será que este es otro cargo que la pone como en las sombras chinas para que su figura se agigante?