El pasado 9 de noviembre, Lucas Cabello fue herido en el barrio de La Boca. Desde ese día hay una familia que tiene una sola pregunta y recibe muy pocas respuestas: ¿por qué?
Desde aquel lunes, Lucas, un joven de 20 años que trabajaba como cuidacoches en las inmediaciones del restaurante Il Matarello, lucha por su vida en la Clínica de los Arcos, luego que Ricardo Ayala, un agente de la Policía Metropolitana, le disparara y lo rematara dos veces más mientras él se retorcía de dolor en el suelo en la puerta de su casa "transitoria", donde vive junto a su familia desde hace más de diez años esperando por una relocalización del IVC porteño.
Dos semanas después, las versiones del gobierno porteño parecen quedar tan sólo en un intento de justificar lo injustificable: ni fue un caso de violencia de género, ni hubo botón antipánico, así como tampoco existieron dos armas en el hecho, sino una; la del uniformado.
Según se desprende del informe presentado por la División de Balística de la Policía Federal ante el Juzgado 35 "el elemento ofrecido es una pistola semiautomática de simple y doble acción 9 milímetros-la pistola reglamentaria de Ayala-, coincidentes con las 3 vainas servidas halladas bajo la inscripción de calibre 9 milímetros".
Además, este martes prestó testimonio ante el Juzgado 35 Camila, la pareja de Cabello, quien desmintió las primeras versiones policiales, así como también de la vicejefa de gobierno porteño, María Eugenia Vidal, y reconoció a Ayala como el autor del hecho: "Ella vio los tres disparos y ante el primero socorrió a Lucas, y ya con él en sus brazos, el policía disparó dos veces más", afirmó su abogada en diálogo con El Destape. En este sentido, agregó que tras el hecho, el uniformado, lejos de atender a Cabello, se desentendió de la situación: "Entró a la casa y se refugió en la planta alta, mientras que Camila logró el socorro de un vecino que lo trasladó al Argerich".
El pasado viernes los abogados de Cabello denunciaron en conferencia de prensa que una de las testigos del caso recibió presiones y extorsiones por parte de un inspector de la fuerza para que su relato "salve al pibe", en clara referencia a Ayala. Según publicó el diario Página/12 en su edición del sábado, la testigo fue llevada junto a su familia por el oficial Osvaldo Daniel Rappa a un edificio del gobierno porteño, donde le hicieron "firmar un documento" y le realizaron una oferta para el pronto otorgamiento de una vivienda de IVC a cambio de que sus dichos ante el Juez pudieran "ayudar" al autor del hecho.
La vecina denunció que “está cansada de ese inspector” de la Metropolitana porque “le ha dicho varias veces, en forma personal y por teléfono, que ‘salve al pibe’”, en clara referencia al joven agente Ricardo Ayala, al tiempo que solicitó que se le asigne una nueva custodia que no sea realizada por la policía porteña.
Este jueves vencerá el plazo para que el Juzgado se expida sobre el pedido de procesamiento con prisión preventiva del agente, quien actualmente se encuentra detenido en Marcos Paz. La querella solicitó que el uniformado sea procesado por el delito de intento de homicidio agravado por el estado de indefensión de la víctima, quien hoy se encuentra en estado delicado, luego de recibir una bala en su nuca, otra en la columna y otra en los testículos, aparentemente sin motivo alguno.