Cambios de gabinete: el detrás de escena de una noche de furia en un gobierno que perdió el rumbo

El ministerio más caliente está acéfalo, con un funcionario que no avala las últimas medidas pero sin que aparezca su reemplazo. Peña resiste. 

16 de agosto, 2019 | 08.03

Macri quiere echar a Dujovne. Dujovne también se quiere ir. El problema es que nadie quiere reemplazarlo. Ni el ministro de Interior, Rogelio Frigerio; ni el ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza; ni el economista Carlos Melconián aceptaron la propuesta de Mauricio Macri. “Nadie quiere ser Jesús Rodríguez”, chatea un funcionario con despacho en Casa Rosada. Flashback a septiembre del año pasado, el fin de semana que el ministro de Hacienda salvó el pellejo en medio de la corrida porque, ya entonces, nadie quería agarrar la papa caliente.

Lo cierto es que el funcionario ya lleva más de dos días en el limbo: ninguna de las medidas que anunció Macri para emparchar la crisis autoinflingida contó con su visto bueno. Aunque en el gobierno aseguran que el plan de contingencia no modifica las metas fiscales, en el FMI dan por descontado que la Argentina volvió a romper, unilateralmente, los términos del acuerdo. Dujovne, como nexo comunicante entre Washington y Buenos Aires,con lealtad dividida, no puede ser partícipe de esa maniobra. El Presidente, por su parte, lo considera en parte responsable del fracaso económico, político y electoral.

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La persona indicada para ocupar su lugar, en opinión de Macri, es Frigerio. Pero el ministro de Interior no quiere agarrar “ni loco”, tal como dejó saber a través de allegados. Ya tuvo que decir que no dos veces, y no sabe si podrá negarse su el Presidente se lo pide por tercera vez. Él preferiría reemplazar a Marcos Peña. El jefe de gabinete perdió el apoyo de todos, menos de su jefe, que todavía lo sostiene. Si llegara a irse, su lugar pensaba dárselo a Miguel Ángel Pichetto. Pero el candidato a vice genera resistencias entre algunos ministros, que nunca aprobaron su incorporación al equipo, aunque recién levantan la voz ahora.

Lacunza, el plan B, tampoco estaba convencido de pegar el salto al gabinete nacional. Pero hay un obstáculo más grande: la gobernadora María Eugenia Vidal. Furiosa con el Presidente por considerarlo responsable de la “pesadilla” que está viviendo desde el domingo, no quiere permitir que ninguno de sus colaboradores mueva un dedo para ayudarlo. Melconian, por su parte, también fue sondeados dos veces en estos días. “Por ahora no”, fue la cortez respuesta del hombre que vaticinó que todo se iba a ir a la mierda. Al mejor equipo de los últimos cincuenta años se quedó otra vez sin banco de suplentes.

La último opción que se manejaba en Olivos anoche era poner la cartera de Economía debajo del paraguas de Dante Sica, actual ministro de Producción y Trabajo. El último funcionario en incorporarse al gabinete macrista podría terminar el mandato de Cambiemos convertido en  un módico superministro, muestra cabal de la desorientación que reina en el gobierno. La única certeza es que la picadora de carreras políticas en la que se convirtió el oficialismo en esta etapa tardía se ha cobrado una nueva víctima: Dujovne. Y pronto podría volver a ponerse en marcha.