La joven Greta Thunberg expuso la problemática ambiental en la Asamblea General de las Naciones Unidas frente a los principales líderes del mundo y generó un debate mundial sobre el cambio climático. Pero el tema no es nuevo, y hace poco menos de 50 años, Juan Domingo Perón advertía en un mensaje cuya vigencia sorprende por su precisión.
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en 1972, el expresidente dio un mensaje llamado "Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo" en la que establece el problema ambiental como prioritario y sostiene una dirección de "revolución mental" para el uso responsable de los recursos naturales.
"Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobrestimación de la tecnología", escribió el lider argentino.
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Perón explicó que las medidas para apalear esta situación "son necesarias y urgentes: una revolución mental en los hombres, especialmente en los dirigentes de los países más altamente industrializados; una modificación de las estructuras sociales y productivas en todo el mundo, en particular en los países de alta tecnología donde rige la economía de mercado, y el surgimiento de una convivencia biológica dentro de la humanidad y entre la humanidad y el resto de la naturaleza".
"Esa revolución mental implica comprender que el hombre no puede reemplazar a la naturaleza en el mantenimiento de un adecuado ciclo biológico general, que la tecnología es una arma de doble filo, que el llamado progreso debe tener un límite y que incluso habrá que renunciar a algunas de la comodidades que nos ha brindado la civilización, que la naturaleza debe ser restaurada en todo lo posible, que los recursos naturales resultan agotables y por lo tanto deben ser cuidados y racionalmente utilizados por el hombre",
Y añadió: "Cada nación tiene derecho al uso soberano de sus recursos naturales. Pero al mismo tiempo, cada gobierno tiene la obligación de exigir a sus ciudadanos el cuidado y utilización racional de los mismos. La modificación de las estructuras sociales y productivas en el mundo implica que el lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico de sociedad alguna, y que la justicia social debe erigirse en la base de todo sistema, no sólo para beneficio directo de los hombres sino para aumentar la producción de alimentos y bienes necesarios".
"Todos estos problemas están ligados de manera indisoluble con el de la justicia social, el de la soberanía política, la independencia económica del Tercer Mundo y la distensión y la cooperación internacionales. Muchos de ellos deberán ser encarados por encima de las diferencias ideológicas que separan a los individuos dentro de sus sociedades o a los Estados dentro de la comunidad internacional", concluyó.