Hace dos años, el gobierno de Rodíguez Larreta desalojó violentamente a los manteros de Once, un operativo que comenzó de madrugada y se extendió durante toda la jornada. Con la promesa de instalarlos en galpones, una suerte de shoppings económicos, muchos de los vendedores accedieron a retirarse de las calles pero fueron engañados.
Como reveló #ControlZ, en El Destape, Horacio Rodríguez Larreta nunca promocionó los espacios, las ventas cayeron y muchos decidieron volver al espacio público, donde son reprimidos constantemente por la Policía.
Nicolás Caropresi, referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y el Movimiento de Trabajadores Excluidos, aseguró que "cada vez hay más gente expulsada del mercado laboral e inventando una forma de subsistencia", pero "la respuesta que están teniendo es la criminalización y persecución".
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En ese marco, en diálogo con este portal, Lumerí Villanueva recordó la noche del desalojo: "Nadie nos avisó, muchos quedamos en la calle, perdieron su mercadería... la robaron". Y agregó: "Ésto lo compramos nosotros, por más que digan que evadimos impuestos, para solventar a nuestras familias y la mercadería nos pertenece".
Después del desalojo, les prometieron galpones sobre las calles La Rioja y Perón. Muchos accedieron y una de ellas fue Lumerí: "En un mes entero no vendí una sola prenda y regresé a mi calle. Hoy hay compañeros que se siguen muriendo de hambre en los galpones" porque "el Gobierno se comprometió en hacer publicidad, pero no lo cumplieron y la gente está olvidada".
Dentro de los galpones, Margarita Sabina Pérez, permisionaria del predio de La Rioja, confesó que esos espacios no logran "ningún ingreso porque el Gobierno no tuvo el coraje de hacernos la propaganda en los medios de comunicación" como prometieron.
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Como "todo lo que brilla no es oro", con las primeras lluvias empezaron los problemas de los tan promocionados galpones, con goteras que arruinaron las mercaderías. Ante el reclamo de los trabajadores por más publicidad para promocionar el espacio, desde el Gobierno "siempre a todo dijeron que no".
Diferente es la situación de los vendedores senegaleses, constantemente reprimidos por la Policía de la Ciudad. Alba contó a El Destape que llegó a Argentina por "destino" en 2001. Se fue de su país a los 12 años para buscar mejores oportunidades, se subió a un barco y pasó por diferentes regiones hasta llegar aquí.
Entre los senegaleses "hay médicos, abogados, contadores, jugadores de fútbol que llegan y no hay nada más que hacer" que vender en la calle. Este trabajo "es complicado", dijo y agregó: "No nos dejan trabajar, te quitan las cosas y, en las casas donde vivimos, a veces la Policía te rompe la puerta a las cuatro de la mañana, te sacan la mercadería, la plata, los teléfonos, a veces te esposan, a veces no".
"Es nuestro destino pero a nadie le gusta esta vida, pero es la que nos toca vivir", contó Alba. "No estamos porque vinimos a molestar o porque queremos, estamos acá porque es nuestro destino, pero no elegimos robar ni vender drogas, sino que elegimos laburar", finalizó.