Nicolás Maduro asumió su segundo mandato como presidente de Venezuela, el cual se extenderá hasta 2025. El mandatario, que juró “por el legado del pueblo, por Simón Bolívar, por nuestros pueblos originarios, por el legado del comandante Hugo Chávez, por los niños y las niñas de Venezuela”, es criticado duramente por algunos países de América Latina alineados en el Grupo de Lima y por el secretario general de la OEA (Organización de Estados Americanos) Luis Almagro al punto que llamaron a desconocer su gobierno. Sin embargo, otros países de la región encabezados por Bolivia, México y Uruguay reconocen al gobierno venezolano y adhieren al principio de no injerencia.
Para conocer la actualidad del país tras la asunción de Maduro, NODAL dialogó con Maryclen Stelling, socióloga venezolana y Coordinadora del Observatorio Global de los Medios.
Los medios masivos de comunicación suelen hablar de éxodo migrante, crisis institucional, dictadura y escases de alimentos. ¿Cuánto hay de cierto en esa visión y cuál es la realidad que hoy se vive en Venezuela?
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Venezuela está sometida a un cerco geopolítico que es multidimensional e incluye diversas variantes: la política, la económica y la comunicacional. En este caso hablo de poder transmedia porque ha incluido a los medios tradicionales pero también las redes sociales. Ese cerco transmedia en torno a Venezuela destaca la realidad venezolana sobre exagerada de manera que se habla de diáspora o éxodo migrante, de una crisis multidimensional prácticamente terminal, señalan al gobierno de Maduro como un gobierno dictatorial y por supuesto también sobre dimensiona la escases de alimentos.
En Venezuela hay una salida importante poblacional, no llega a diáspora o a éxodo pero es una salida importante de sectores de clase baja, de clase media, de profesionales y eso está golpeando un poco al país en este momento.
En cuanto a la crisis institucional creo que es un síntoma verdaderamente grave y fuerte. Crisis institucional como tal no hay, las instituciones de Venezuela se esfuerzan por continuar funcionando con todas las limitaciones que supone el cerco económico y el cerco político en torno al país. Continúa la política habitacional que está dotando de viviendas gratis a sectores desposeídos, existe también una política pública dirigida a solventar la crisis de la escases de alimentos, que es el programa llamado CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción).
Cuando se habla de la dictadura de Maduro se está siguiendo el juego a la polarización política que existe internamente en Venezuela que reflejan los medios internacionales. Habría que establecer una larga discusión de lo que se considera una dictadura. Maduro ha sido legítimamente elegido por sectores que apoyan constantemente al chavismo-madurismo de manera que yo no creo que se pueda hablar de dictadura. Hay una confrontación de poderes entre la Asamblea Nacional y la Asamblea Nacional Constituyente que en un supra poder establecido en la Constitución venezolana.
La confrontación política es también institucional. De esa confrontación no podemos llegar a hablar de una dictadura de Maduro, creo que es un presidente legítimamente elegido. Esa visión acerca de la realidad en Venezuela que brindan los medios masivos es la visión construida y utilizada por la oposición que ha sido mucho más exitosa en cuanto a la estrategia comunicacional internacional que el gobierno de Venezuela.
¿Qué cambios puede haber en las relaciones exteriores del gobierno a partir de la asunción de Andrés Manuel López Obrador en México y Jair Bolsonaro en Brasil?
Estas dos realidades políticas de la región expresan la actualidad geopolítica donde hay personas que hablan del fin del progresismo y analistas también que anuncian una suerte de posicionamiento de la derecha no solamente en América Latina sino en Estados Unidos con Trump y en Europa también con Alemania, Francia, etc., de manera que la derechización no es propia de Latinoamérica sino que parecería ser un movimiento mundial.
Andrés Manuel López Obrador inmediatamente que tomó el poder apoyó el derecho a la no intervención que es algo que México ha defendido hace muchísimos años porque está en su Constitución. Como no es obra de AMLO, entonces él hace uso del derecho a la no intervención, se deslinda del Grupo de Lima y establece a México como una suerte de país que pretendería defender el equilibrio regional y mantener relaciones con todas las expresiones políticas.
Jair Bolsonaro es una expresión de una derecha evangélica que tiene mucho peso en países como Brasil que es una suerte de gobierno político alineado y alimentado con expresiones religiosas. Hasta el momento es la más importante expresión de ese gobierno derechista con tinte religioso en la región, sin embargo parecería que hay también una suerte de crecimiento de este tipo de expresiones de la derecha con tinte religioso.
Se presentarían entonces dos liderazgos en la región, uno comandado por México y su presidente Andrés Manuel López Obrador y otro en Brasil con Jair Bolsonaro. Habría que ver si el gigante brasilero de la mano de Bolsonaro continua manteniendo ese liderazgo político económico en la región ahora con un gobierno de la ultraderecha y con tintes religiosos. Probablemente hayan algunos cambios: la asunción del poder de Maduro ha comenzado a tener expresiones de apoyo de diferentes gobiernos de la región que estarían de alguna manera deslindándose del Grupo de Lima, no tan claramente como López Obrador pero dando un apoyo a Venezuela de lo que estaría sucediendo hoy en el país. Esto va a incidir directamente sobre Venezuela pero también va incidir en la región y en el mundo.
Usted dijo que la crisis económica que aqueja al país tiende al enfriamiento de las actitudes frente a la política, ¿Qué incide más en la vida cotidiana? ¿La economía o la política?
Nosotros tenemos una importante crisis económica que se debe a causas endógenas a la política económica del gobierno, a la situación de deterioro de PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.), al hecho de que como país petrolero siempre hemos olvidado y no hemos trabajado en relación a la agricultura y a la producción industrial. Dependemos cada vez más profundamente del petróleo y esto es algo que se crítica y se cuestiona al chavismo-madurismo la absoluta dependencia del petróleo.
Esta crisis económica ha estado incidiendo de alguna manera en las actitudes frente a la política porque el venezolano común y corriente está muchísimo más preocupado por la subsistencia diaria que por la política. Ha habido un distanciamiento de la política, lo que se denomina una desafección, una suerte de desesperanza prendida y un distanciamiento político. Sin embargo es importante destacar que el chavismo tiene un capital simbólico muy importante, tiene recursos para la movilización popular y hasta ahora se ha demostrado que en procesos electorales en situaciones de crisis o en el día de hoy ya se están movilizando los sectores populares por cuanto la figura de Chávez actualmente en Venezuela continua siendo un símbolo de independencia y respeto. La figura de Chávez moviliza y Maduro es la persona que Chávez eligió para que se lanzara a la presidencia y lo sucediera, tiene ese apoyo simbólico y esa capacidad de movilizar a los sectores populares.
Lo que incide más en la vida cotidiana es la económica porque uno está más volcado a solventar la crisis de subsistencia, pero en momentos electorales o situaciones como el día de hoy la convocatoria es importante y el apoyo popular ocurre de manera que, de acuerdo a como ha sido el comportamiento político del país y del chavismo-madurismo en las últimas elecciones, probablemente hoy la política convoca mucho más que la crisis económica.
Pero es importante destacar que en Venezuela existen y conviven dos países y dos discursos políticos y económicos y en cuanto a la causalidad de lo que está sucediendo actualmente en el país, son dos países que no se encuentran, que no han podido negociar ni dialogar porque tienen visiones y versiones de la realidad venezolana contrapuesta donde cada visión o versión acusa al otro de ser el causante de la crisis multidimensional que vive Venezuela. Esas dos visiones y versiones se encontraron hoy en el cuestionamiento a la asunción de Maduro al poder y en el apoyo al presidente en este momento. En alguna circunstancia como el día de hoy, se dejaría de lado la economía y comandaría la política.
En este momento están sobre el tapete la legalidad y la legitimidad de Nicolás Maduro. Para los sectores chavistas Maduro tiene la legalidad de una elección y la legalidad que le da la ley para ser designado como presidente de Venezuela, pero además goza de la legitimidad. El es legalmente elegido pero también goza de legitimidad que es un proceso de atribución social. Tú puedes ser legalmente elegido pero puedes no gozar de legitimidad. En este caso, Maduro goza de legitimidad en los sectores que le dan su voto, aquellos que acudieron a apoyarlo ante el llamado que ha hecho el gobierno y, sin embargo, habría que destacar que en la última elección municipal bajó el número de personas que votaron al presidente en relación a elecciones anteriores. Alguien hizo un señalamiento que habían 6 millones de inscriptos en el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y Maduro obtuvo algo más de 2 millones de votos. Eso ha sido calificado por la oposición como una baja en el apoyo electoral al presidente que también podría ser interpretado como un descenso en la legitimidad.
Por Nicolás Retamar, de la redacción de NODAL