Luego de largos meses en los cuales las trabajadoras y trabajadores del subte de la Ciudad de Buenos Aires fueron desoídos ante sus denuncias por la presencia de asbesto en las formaciones, algunos vagones fueron inspeccionados para encontrar muestras del material cancerígeno.
Lo llamativo es que los operarios técnicos encargado de la tarea usó importantes medidas de protección para evitar el contacto con la sustancia a la que el personal de Metrovías fue expuesto durante meses, sin ningún cuidado provisto por la empresa, a pesar de haber denunciado la situación.
En las imágenes difundidas por la Secretaría de Salud Laboral de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP), se ve a los operarios trabajando con vestimenta especial y en una atmósfera controlada (rodeados por paneles de plástico) para evitar la posible dispersión de partículas de asbesto.
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Las formaciones fueron compradas al Metro de Madrid en 2011, cuando el actual presidente, Mauricio Macri, era el jefe de Gobierno porteño. En España, la lucha de los trabajadores del subterráneo había comenzado desde hacía mucho, ya que varios se habían enfermado de cáncer por su exposición al asbesto e, incluso, dos murieron. De hecho, los vehículos que el Gobierno de la Ciudad compró por cuatro millones de euros iban a ser descartados en España.
Ahora, los mismos sufrirán, efectivamente, ese destino. Es que Subterráneos de Buenos Aires (SBASE), luego de las denuncias, decidió ponerlos fuera de servicio en febrero y ordenó que sean convertidos en chatarra. Ni siquiera llegaron a cumplir cinco años en funcionamiento en el sistema de transporte público porteño.
Las inspecciones fueron realizadas el viernes sobre dos de los coches CAF 5000 en uno de los talleres del subte para detectar piezas que potencialmente podrían contener asbesto, por parte de la empresa Dicon Medioambiental, contratada por SBASE.
En Madrid, mientras tanto, ya se habían detectado cuatro piezas de maquinaria que tenían asbesto, por lo cual el Metro inició a mediados de año un plan de “desamiantado” de todos sus coches e instalaciones, con una inversión de 140 millones de euros.
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