Argentina contra el hambre: una necesidad y una enorme oportunidad en el siglo de los gobiernos locales

Desde la Quinta Cumbre del Pacto de Milán de Política Alimentaria Urbana, San Antonio de Areco acompañó el plan anunciado por Alberto Fernández.

08 de octubre, 2019 | 11.00

La decisión de Alberto Fernández de poner en el centro de la agenda nacional la necesidad de una Argentina contra el hambre y de generar acciones que fomenten el arraigo vuelve a poner definitivamente a nuestro país en el camino de las políticas públicas que realmente necesita nuestro pueblo.

El 35 por ciento de pobreza y 7,7 por ciento de indigencia en el primer semestre del año, situación que se profundizó con un nuevo salto en la inflación de alimentos en las últimas semanas, consecuencias inmediatas del fracaso del gobierno de Mauricio Macri, son un llamado de atención urgente a la acción de toda la comunidad.

Pero esta convocatoria en la emergencia por parte del Frente de Todos es además una oportunidad de colocar a todo el país en una agenda de políticas públicas de vanguardia para cada una de las ciudades de nuestro país. Como lo viene sosteniendo nuestro candidato a presidente, sin oportunidades de trabajo, educación y desarrollo en las distintas regiones y territorios, la Argentina no tiene destino.

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El siglo XXI es el siglo de los gobiernos locales: en las ciudades reside la mitad de la población mundial. En ese contexto, la necesidad de asegurar la soberanía alimentaria impone nuevos desafíos que requieren de innovación tanto del sector público como del sector privado.

Estamos convencidos que desde el ámbito local es posible y necesario crear sistemas alimentarios que ofrezcan un acceso constante y seguro a una variedad de alimentos adecuados, seguros, justos, saludables y nutritivos para todos.

Que se haya disparado la indigencia en nuestro país coloca en el centro de la agenda la necesidad de reconsiderar las formas de abastecimiento de alimentos: el hambre, la malnutrición y la obesidad, en diversas formas, conviven dentro de todas las ciudades y localidades convirtiéndose en el principal problema en términos de salud y bienestar individual, y en enorme costo social y económico notable para familias, comunidades y el sector público.

Desde San Antonio de Areco formamos parte del Pacto de Milán de Política Alimentaria Urbana, un esfuerzo colectivo de gobiernos locales de todo el mundo que busca asegurar la soberanía alimentaria, el acceso a alimentos a precios justos y razonables, las buenas prácticas de producción de alimentos que garantice calidad y salubridad, la regulación y cuidado del suelo productivo, políticas de saneamiento, lo que también implica un ambiente sostenible en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y los compromisos asumidos en el Tratado de París en 2015 en materia de Acción Climática, que no sólo deben implementar y garantizar los Estados sino también los Gobiernos locales.

En esta oportunidad, participamos de la Quinta Cumbre de la organización, como una de las tres ciudades del continente americano que integran el Comité Ejecutivo. Desde nuestra experiencia local ratificamos que los pequeños y medianos productores de alimentos, los campesinos y actores de la agricultura familiar juegan un papel fundamental en el abastecimiento de alimentos en las ciudades. Se trata de construir sistemas alimentarios resilientes y justos. Es posible reorientar las cadenas de valor a favor de dietas sostenibles que acerquen consumidores y productores rurales y urbanos.

Si hablamos de Tierra, Techo y Trabajo, de industrializar la ruralidad, de integrar lo urbano con lo rural, de promover el arraigo, resulta imprescindible dotar a los Gobiernos locales de herramientas y programas que se implementen en cada territorio, con participación activa de la ciudadanía y organizaciones de la comunidad. Salud, educación, infraestructura urbana, acceso justo al hábitat y la vivienda, estudios superiores, trabajo, desarrollo productivo agroindustrial e industrial, fomento del turismo local y regional, promoción de la cultura, despliegue de espacios públicos verdes con plantas y árboles nativos, acciones climáticas locales, transporte, conectividad, seguridad y calidad de vida, forman parte de las principales demandas de ciudadanos y ciudadanas.

Los ámbitos perfectos en un país rico en suelo y tierra como el nuestro son las áreas rurales, que debemos planificar para la producción intensiva y a gran escala, la consolidación de cinturones o áreas verdes para la agricultura familiar natural, el control y limitación en la aplicación indiscriminada de agroquímicos y la regionalización para desconcentrar monopolios de producción, logística y venta de alimentos para transformarlos en Ferias y Mercados Regionales y Locales para acercar productores y consumidores. Productores y productoras con rostro humano que vuelvan a ser protagonistas desde el modelo de arraigo, generando empleo, recuperando sectores tradicionales como la producción láctea y acceso directo sin costos extraordinarios de logística y con garantía de salubridad Alimentaria para el pueblo.

Una Argentina sin hambre y con arraigo requiere de un Estado que apueste de manera firme a una mejora en la calidad de vida. Es desde este lugar que entre todos vamos a poder poner a la Argentina de pie.